Evangelio martes 19 de septiembre

Martes 19 de septiembre de 2023 | Juan Enrique Coeymans

19 de septiembre del 2023

Evangelio según San Lucas capítulo 7, 11 - 17.

Martes de la décimo cuarta semana del Tiempo Ordinario

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud. Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba. Al verla, el Señor se conmovió y le dijo: "No llores". Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: "Joven, yo te lo ordeno, levántate". El muerto se incorporó y empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre. Todos quedaron sobrecogidos de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo". El rumor de lo que Jesús acababa de hacer se difundió por toda la Judea y en toda la región vecina

Meditación de Juan Enrique Coeymans Avaria

"Joven, yo te lo ordeno, levántate".

El Señor Jesús parece decirnos en esta escena: Sí, la resurrección del hijo de la viuda de Naím es una escena que habla de mi poder como Hijo del Padre al resucitar al hijo de esa pobre viuda, pero al mismo tiempo de mi naturaleza humana, porque me compadecí sin que me lo pidieran. Es una muestra de que soy hombre y Dios, no disfrazado como hombre, sino completo y segunda persona de la Trinidad. Con un corazón que se compadece. Hijos queridos, el corazón mío, es un corazón lleno de misericordia.
El trauma que a veces tenemos es proyectar a partir de vivencias negativas de los padres, que Jesús es una persona que anda registrando donde hemos caído y pecado, el corazón de Cristo es un corazón lleno de apertura, de ternura e identificación con nuestras necesidades, y tenemos que cambiar estas caricaturas de Jesús y acercarnos siempre a Él con confianza y la seguridad de su amor. Esa es la tarea de toda nuestra vida, acercarnos a Él que es Dios de amor a pesar de nuestra pequeñez.
Querido Señor, solo te puedo decir, bendito y alabado seas siempre por tu amor de misericordia pesar de nuestras debilidades y caídas. Que cada día te agradezca por tu cariño, y que eso me llene de alegría y gozo y que renueve en la oración mi deseo de corresponder a tu fidelidad y clemencia. Jesús que no olvide que Tú me estás esperando siempre de vuelta a casa, y que al ver las necesidades de los demás, tenga misericordia y preocupación.

AMÉN

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