Evangelio miércoles 27 de diciembre

Martes 26 de diciembre de 2023 | Osvaldo Andrés Iturriaga

27 de diciembre de 2023

San Juan, ap. y ev.

Evangelio según San Juan capítulo 20, 2-8

Miércoles de la Octava de Navidad

El primer día de la semana, María Magdalena corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro; vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto la cabeza de Jesús; este no estaba caído con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.

Meditación de Alejandra Castelblanco Moreira

"Enrollado en un lugar aparte"

Jesús parece decir: los detalles son importantes. Cada descripción que aparece en el Evangelio tiene un sentido. El sudario que hace mención el texto, yo lo dejé enrollado. Me importaba que se conservara, que las siguientes generaciones tuvieran algo mío de primera fuente. Mis contemporáneos me tuvieron a Mí y yo quise dejar las huellas de mi rostro para todos. Soy yo, el mismo que nació en Belén, el que predicó y murió por ustedes. Este es mi rostro humano, me quedo con ustedes así y más perfectamente en la Eucaristía. Vengan a verme, soy real.

Siempre me llamó la atención el estudio del santo sudario. Sin embargo, no me había fijado nunca en que se encontró en un lugar enrollado y que por lo tanto, Jesús quería que se conservara. Somos tan concretos los seres humanos, que necesitamos de signos visibles para afirmar nuestra fe. Nunca he estado en Tierra Santa y no he visto de cerca nada como el Santo Sudario. Conozco estas cosas por la televisión pero igual me emociona saber que Jesús estuvo en este mundo, pasó lo mismo que cada persona: hambre, sueño, incomodidad, alegría, pena...y nació igual que todos: indefenso.

Querido Señor: Gracias por nacer como nosotros, por vivir lo mismo que todos. Sabes comprendernos y ayudarnos porque sabes cómo es ser un hombre. Tu nacimiento me llena de alegría y esperanza pero tu Resurrección es lo más grande que tenemos. Eres muy generoso por regalarnos detalles como lo fue el Santo Sudario pero lo mejor es saberme amada por Dios Padre que te pidió ese enorme sacrificio y así permitir nuestra salvación.

AMÉN

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