Evangelio sábado 18 de febrero

Sábado 18 de febrero de 2023 | Gonzalo Manzano

18 DE FEBRERO del 2023

Evangelio según San Marcos capítulo 9, 2 - 13

Sábado de Sexta Semana del Tiempo Ordinario

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos. Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas. Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor. Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo". De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos. Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de entre los muertos". Y le hicieron esta pregunta: "¿Por qué dicen los escribas que antes debe venir Elías?". Jesús les respondió: "Sí, Elías debe venir antes para restablecer el orden en todo. Pero, ¿no dice la Escritura que el Hijo del hombre debe sufrir mucho y ser despreciado?
Les aseguro que Elías ya ha venido e hicieron con él lo que quisieron, como estaba escrito".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas"

Jesús parece decirme: La pureza deslumbra. Es el brillo de Dios en otro ser. Siendo Yo Dios, nadie puede blanquear un alma, más que Yo. Este es mi Cuerpo Glorioso, manifestado de manera concreta en el mundo. Ustedes están llamados a reflejar este brillo en sus vidas, todos los días. Hoy ustedes no brillan con luz propia, sino que son espejo de mi Luz, en la medida que se acerquen a Mí, me oigan, y actúen en consecuencia. Luego, cuando resuciten sus cuerpos, y sean invitados a contemplar mi gloria, tendrán luces propias, y pertenecerán a Mí, volverán a la fuente de todo y participarán por toda la Eternidad de esa pureza.

Jesús me deslumbra, me enceguece más allá de la oscuridad que me rodea. Es como si caminara en un túnel, sin más luz que la que aparece al fondo, en la salida, y con mis ojos acostumbrados a la oscuridad, cuando me acerco a esa salida, me encandilo. Esa luz me quema, y la agradezco enormemente. ¿Cómo puedo darle gracias por tanta bendición? Muchas veces me cuesta muchísimo, porque este mundo concreto me tiene encadenado a ese túnel, y si bien quiero salir, arrastro pesos muy grandes. Quizás la forma de agradecerle es seguir adelante, y arrastrar el peso de esa cruz que ha puesto en mi lomo.

Señor Jesús, hoy quiero agradecerte. De verdad no entiendo mucho cómo funciona esta cruz, cómo llevarla dignamente, y me siento como Pedro sin saber qué decir. Pero todo esto me devuelve a la humildad de la criatura que nada puede sin su Señor. Por eso, te agradezco por darme la oportunidad nuevamente de encontrar la luz al final del túnel. Que no me pierda, Señor, mirando al piso, ni que el peso de esa cruz me impida ver adelante. Quiero caminar hacia Ti y tu Madre, paso a paso, para agradecerte y glorificarte con esos pequeños avances. Madre querida, enjuga mis lágrimas y dame fuerzas como le diste a Cristo en la Cruz.

AMÉN

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