Evangelio sábado 23 de septiembre

Sábado 23 de septiembre de 2023 | Gonzalo Manzano

23 de septiembre del 2023

Evangelio según Lucas capítulo 8, 4 - 15

Sábado de la décimo cuarta semana del Tiempo Ordinario

San Pío de Pietrelcina. Memoria Obligatoria.

Como se reunía una gran multitud y acudía a Jesús gente de todas las ciudades, Él les dijo, valiéndose de una parábola; El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo. Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad. Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron. Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno. Y una vez que dijo esto, exclamó ¡El que tenga oídos para oír, que oiga! Sus discípulos le preguntaron qué significaba esta parábola, y Jesús les dijo: A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás, en cambio, se les habla en parábolas, para que miren sin ver y oigan sin comprender. La parábola quiere decir esto: La semilla es la Palabra de Dios. Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás. Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar. Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"Se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar"

Jesús parece decirme: Pareciera que el mundo en que viven es experto en ahogar lo que es realmente bueno. Está lleno de ruidos, luces, colores, fascinaciones que atrapan sus sentidos. El mundo va por la vida intentando cautivarlos, hacerlos perderse en medio de músicas y neones. Por eso, te exhorto a que cierres tus ojos, búscame en el susurro de la brisa matutina; mira las montañas como fortalezas silenciosas; el mar, que como un canto suave y constante te llevan a la tranquilidad; búscame en el crepitar del fuego, en su contraste con la oscuridad.
Esta parábola siempre me ha mostrado opciones, mediocres respecto de lo que yo quisiera hacer con la Palabra de Dios, excepto la última, obviamente. Pero hoy, se me presenta más bien como un camino, como un viaje de iluminación, donde primero soy camino, luego soy piedras, avanzo a ser espinos, y quiero ser tierra buena, pero aún estoy lejos de serlo. Cada vez más me acerco a ese precioso premio que es el tener ese corazón bien dispuesto, y en realidad, solo ha sido porque he pedido a Dios que me dé más fe. Ser majadero en esta petición parece haber llegado a sus oídos, y me ha permitido encontrar paz en la tormenta.
Señor Jesús, hoy rescato para Ti la alegría de reconocer que voy caminando a esa tierra buena, a ese corazón bien dispuesto. No significa que haga caso omiso a todos esos cantos de sirenas que el mundo se empecina por poner ante mí. De a poco, has ido moldeando mi corazón, para efectivamente disciplinar mis sentidos para sentirte a Ti en el mundo, y si bien aún me falta mucho por avanzar, te agradezco de corazón por esa fe que me has ido regalando, que me ha permitido encontrar la paz en tus manos, abandonado a lo que Tú quieres de mí.

AMÉN

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