Evangelio sábado 26 de noviembre

Viernes 25 de noviembre de 2022 | Gonzalo Manzano

26 de NOVIEMBRE del 2022

Evangelio según San Lucas capítulo 21, 34 - 36

Sábado de la Trigésima Cuarta Semana del Tiempo Ordinario

Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida, para que ese día no caiga de improviso sobre ustedes como una trampa, porque sobrevendrá a todos los hombres en toda la tierra.
Estén prevenidos y oren incesantemente, para quedar a salvo de todo lo que ha de ocurrir. Así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre".

Meditación de Gonzalo Manzano González

"No dejarse aturdir por los excesos, la embriaguez y las preocupaciones de la vida"

Jesús parece decirme: La Creación es perfecta, es un completo balance, mucho más allá de lo que incluso todos ustedes puedan hacer en ella. Pero junto a lo bueno, lo bello, lo hermoso, hay cosas que no los ayudan a mejorar. Hay vicios, hay preocupaciones, hay males producidos por ustedes mismos como la violencia o la mentira, y hay otros tantos naturales como terremotos, inundaciones. Ninguno de ustedes sabe cuándo volveré a pedir cuenta de todo, por lo que todo lo concreto que tiene este mundo es efímero y sólo es una oportunidad para ustedes, de dar gloria al Padre. Si no ven esa oportunidad, no vale la pena perderse.

La idea de Dios puede llegar a ser un concepto súper abstracto, que muchas veces antagoniza con lo concreto de este mundo. Agnósticos que no encuentran ni argumentos ni pruebas de su existencia, otros tantos que ni siquiera quieren creer, o prefieren la ignorancia. El mundo esconde a Dios, y nubla los sentidos de quienes lo buscamos con fe. Y lo logra demasiadas veces, muchas más de lo que yo quisiera. Trabajar para comer o sólo por hacerlo, y no para gloria de Dios, es como no querer ver más allá de la nariz. Me cuesta tener esa perspectiva, pero creo que cuando la he logrado tener, he entendido lo que realmente vale la pena.

Señor Jesús, hoy me llamas a no marearme. No quieres que me emborrache con cosas de este mundo, y me invitas a mirar al horizonte, donde el sol poniente marca la ruta a seguir, donde Tú me esperas y hacia donde tú mismo me diriges. Sacúdeme de ese mareo, Señor, que este mundo y su príncipe son expertos en nublar la mente. Gracias por tu infinita paciencia, no sólo conmigo, sino con toda la humanidad, que se la pasa traicionando tu paternidad. Quiero rescatar para mí y mis hermanos el sacrificio santo de tu muerte y Resurrección, para que todos podamos reconocerte, más allá de nuestra ceguera.

AMÉN

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