Evangelio sábado 4 de junio

Sábado 4 de junio de 2022 | Gonzalo Manzano

4 DE JUNIO DEL 2022

Evangelio según San Juan capítulo 21. 20 - 25

Sábado de la Séptima Semana de Pascua

Pedro, volviéndose, vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el mismo que durante la Cena se había reclinado sobre Jesús y le había preguntado: "Señor, ¿quién es el que te va a entregar?". Cuando Pedro lo vio, preguntó a Jesús: "Señor, ¿y qué será de este?". Jesús le respondió: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa? Tú sígueme".
Entonces se divulgó entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no moriría, pero Jesús no había dicho a Pedro: "El no morirá", sino: "Si yo quiero que él quede hasta mi venida, ¿qué te importa?". Este mismo discípulo es el que da testimonio de estas cosas y el que las ha escrito, y sabemos que su testimonio es verdadero. Jesús hizo también muchas otras cosas. Si se las relata detalladamente, pienso que no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían.

Meditación de Gonzalo Manzano González

"¿Qué te importa? Tú sígueme"

Jesús parece decirme: ¿Cuál es el afán de mirar para el lado? ¿Por qué insistes en medirte mirando a los demás? A ti se te ha dado todo para que, entregando tu vida, puedas salvarte. A cada uno se le han dado estas herramientas, y cada uno de ustedes tiene las aptitudes para que, con mi ayuda, lleguen a reencontrarse conmigo en el Paraíso. Lo que pase con tus hermanos sólo debiera importarte en la medida que de ti dependa colaborar en su salvación. Esa colaboración solo entra en juego si te dejas guiar por Mí para ser instrumento de santidad. Sígueme y serás arcilla en mis manos, para que, a través de mi Amor, otros se salven.

Esta lectura se parece a los múltiples momentos en que Jesús dice que no nos fijemos en lo que Él le da a los demás. El hermano del hijo pródigo, los jornaleros que llegan en la mañana viendo a los que llegaron más tarde, y todas las veces en que nos llamó a olvidarnos de lo que se le da al resto, sin acercarnos más y más a Jesús. Sería mentira decir que no he visto con ojos de envidia el éxito de otros, o la cercanía de otros con Cristo, mientras que yo batallo día a día con mis propios demonios para ser mejor persona. ¿Quisiera que fuera más fácil? En principio sí, pero luego me doy cuenta que sin sacrificio no hay victoria.

Señor Jesús, hoy vuelves a tirar mi oreja para que me concentre en lo realmente importante. Quieres que deje de envidiar a mis hermanos y me centre sólo en Ti. De ti dependo, Señor, y sé que solo no puedo salvarme. En verdad quiero que todo lo que haga esté orientado a hacerte más y más feliz, pero en mi pequeñez humana, vuelvo a mirar a mis hermanos que quizás la han tenido más fácil en términos terrenales, y me desconcentro del verdadero significado de seguirte. Quizás esta también es la cruz que me pides cargar para seguirte, el ser austero y desprendido de corazón. Quiero acercarme a Ti, Señor, y de verdad hacerte muy feliz.

AMÉN

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