¿Feudal o Federativa?

      ¿Feudal o Federativa?  El Padre Kentenich pensó para Schoenstatt una estructura en que todas las comunidades de la parte motriz de la Familia (institutos y federaciones) fueran independientes y las ramas del movimiento tuvieran autoridades que provinieran de una interacción entre la dirección nacional y los obispos locales. 

| Jose María Fuentes Hernandez, Jose María Fuentes Hernandez,

El Padre Kentenich pensó para Schoenstatt una estructura en que todas las comunidades de la parte motriz de la Familia (institutos y federaciones) fueran independientes y las ramas del movimiento tuvieran autoridades que provinieran de una interacción entre la dirección nacional y los obispos locales.

 Tanto el Consejo Internacional como los consejos nacionales de la Familia de Schoenstatt juegan un papel de coordinación; cada comunidad de la parte motriz no está sometida al consejo. Las cabezas de estos consejos tienen un papel de representación, pero no de mando.

 ¿Quería el P. Kentenich una organización feudal de su fundación? ¿Quería que cada instituto o federación fuera un feudo con su propio señor (o señora) feudal a la cabeza y con relaciones de alguna distancia y equilibrio de poder con los otros feudos?

 El P. Kentenich no llamó feudal a la estructura de su fundación; la llamó federativa. Con esto quiso expresar que no solo le interesaba la independencia de las diversas comunidades, sino que también consideraba importante la forma en que estas comunidades se relacionaban entre sí. Además de la caridad, propia de las relaciones entre las diversas comunidades de la Iglesia, el P. Kentenich esperaba que las comunidades de Schoenstatt tuvieran un espíritu común, se enriquecieran mutuamente con corrientes de vida y se complementaran en apostolados destinados a realizar la misión de Schoenstatt. Quería que la libertad y la magnanimidad fuera también un estilo que marcara la relación entre las diversas comunidades de su fundación.

 La federatividad es parte de nuestro carisma. Si no somos federativos (y somos feudales) nos somos fieles al Padre.

 Además, el cultivo de la federatividad en la Iglesia es parte de nuestra misión. La Confederación Apostólica Universal no es una organización externa de las fuerzas apostólicas de la Iglesia ni una unión táctica contra un mundo secularizado. Ella implica una unión más profunda – natural y sobrenatural – entre las comunidades y los miembros de estas comunidades. Es un aporte muy necesario para que la Iglesia pueda cumplir con su misión utilizando todas las riquezas que el Espíritu Santo ha suscitado en su diversidad.

 A nuestra Familia le falta un desarrollo de esta importante característica. Muchas veces no somos concientes cómo ciertas acciones o actitudes vulneran nuestra vocación federativa. Sin pretender ser exhaustivo, se pueden mencionar como ejemplos los cambios unilaterales a íconos vitales y centrales de Schoenstatt, la obstaculización del trabajo de otras comunidades en lo que se considera el “propio territorio” y las dificultades para una diálogo transparente, claro, sincero y fraterno frente a temas en que somos diversos. Cada uno de nosotros puede mirarse a si mismo o a su entorno y descubrir otros elementos de este tipo.

 Tal como lo dijo nuestro Padre, no se puede entregar lo que no se posee. Por eso debemos plantearnos hoy el desafío fundamental, y aún pendiente, de un desarrollo profundo de nuestra federatividad.

 ¿Cómo lo hacemos? Es una pregunta que todos estamos llamados a responder.

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