Fidelidad a la Misión, a Schoenstatt y a la Iglesia sea mi agradecimiento - Testimonio de vida a raíz de las misiones de invierno.

Esta es la primera vez que escribo en Schoenstatt Vivo y he querido hacerlo desde mi experiencia como pionero del Santuario Monte Horeb de Chillán (Chile), cuando me encuentro cursando el último año de

| Pablo Gaete Martínez Pablo Gaete Martínez

Septiembre de 2009

Chile

Esta es la primera vez que escribo en Schoenstatt Vivo y he querido hacerlo desde mi experiencia como pionero del Santuario Monte Horeb de Chillán (Chile), cuando me encuentro cursando el último año de la etapa escolar. Por ello, el artículo que van a leer a continuación, es muy personal y habla de mis vivencias en las Misiones de SIEMBRA UC (Universidad Católica), instancia dirigida a estudiantes de Enseñanza Media y en la que ya he participado en otras ocasiones.

I.- Previo a esto...

En enero de este año, durante el CANAPI (Campamento Nacional de Pioneros) que se llevó a cabo en Rancagua, realicé mi promesa de pionero, donde recibí mi "Cruz Espada" y asumí la misión de abrir camino a un mundo nuevo y de llevar a Dios a otros. Esta promesa, se hizo aún más profunda, cuando tiempo después, el 31 de Mayo sellé mi compromiso con el Padre en el Santuario de Bellavista (Santiago, Chile), acontecimiento que ocurrió una semana antes de partir a misiones. Luego de aquella ceremonia recibí del Padre Horacio López, asesor de la familia, la bendición y el envío desde el Santuario del Monte Horeb de Chillán hacia SIEMBRA UC.

Aunque ya han pasado casi dos meses desde esa experiencia evangelizadora, quise compartir con ustedes los frutos y cambios que produjo en mí. Por ejemplo, nunca en mi vida pensé que terminaría yendo a misa todos los días y que ello reforzaría la labor que realizo en la pastoral de mi curso y colegio. Todos estos cambios se los atribuyo a nuestra querida Mater y a la Divina Providencia que desde el santuario enviaron estas gracias.

II.- El anhelo de compartir a Cristo aún en los momentos más difíciles...

Cuando partí a Pelchuquin, lo hice en medio de un mal momento familiar. Mi primo pequeño sufría de un coma diabético. Además, en un principio me sentí "descolgado" o "fuera de onda" por no vivir en el ajetreado ambiente de muchos santiaguinos (capitalinos) que se encontraban allí, situación que hizo que me costara adaptarme los primeros días.

A pesar de aquellas circunstancias, tuve la oportunidad y el regalo de poder dar la comunión durante esa semana, aunque debo confesar que la tarea me puso muy nervioso. Sin embargo, la experiencia fue bonita y espero volver a vivirla, puesto que pretendo seguir formándome y así recibir el llamado para ser ministro de comunión.

También pude bendecir algunas casas donde nos acogieron familias esforzadas. En ellas reconocí un gran espíritu de oración. Estas familias nos brindaron una acogida calurosa y compartieron con nosotros sus intenciones, anhelos y deseos sueños que pusimos en manos de Dios y María.

Todo lo anterior, sumado a una comunidad de misioneros, en la que recibí una acogida imposible de explicar y donde se iniciaron amistades que aún se mantienen, dieron como resultado una nueva "Familia".

III.- Cuando Dios se manifiesta en lo pequeño...

Es cierto que Dios se manifiesta en lo pequeño, puesto que cuando ya estaba a punto de volver a San Carlos, producto de este mal momento familiar que vivía, llegaron a la zona nuevos integrantes. Dos de este grupo pertenecen al Colegio Huelén. Sin embargo, me gustaría destacar a una de ellas, puesto que la alegría, el cariño y la ternura que me entregaba, levantaron mi ánimo y a la vez, me sorprendía. En ella pude comprender después, como Dios nos envía pruebas difíciles, pero también nos manifiesta su gracia en estos gestos, pero sobre todo en personas, que Él escoge como instrumento y que siendo sencillas, pueden llegar a ser importantes, marcando para siempre la vida.


IV.- Nuestro "Dilexit Ecclesiam" hoy...

Nosotros como jóvenes schoenstattianos, debemos Amar y servir a la Iglesia en todas las formas y apostolados; desde nuestras distintas ramas (pioneros, universitarios, aliadas, secundarias y universitarias) y desde nuestros grupos, en la corriente de la vida que brota del Santuario. Pero sobre todo en la fuerza de la Alianza de Amor. Por esto somos muchos, los jóvenes schoenstattianos que sacrificamos parte de nuestras vacaciones de invierno para compartir con otros a Cristo y a María nuestra madre, a través de Trabajos o Misiones, y así hacer vida lo que el Padre Kentenich nos dice en el Hacia el Padre, y en el contexto de los 60 años del 31 de Mayo: "Fidelidad a la Misión, sea mi agradecimiento".

Pablo Gaete Martínez
Septiembre de 2009

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