Iglesia en Haití - Impresiones P. Sidney Fones

Queridos amigos y hermanos: Me han reclamado que hace tiempo no escribo. La verdad es que ha sido por demasiadas actividades acumuladas. Quisiera contarles ahora algunas breves impresiones de estas últimas semanas que han estado muy dominadas por las impresiones de una visita hecha a Haití. Después de muchos intentos de contactos con gente de Iglesia de Haití nos resultó uno a través del Director Nacional de Caritas. La Nunciatura Apostólica de Panamá (no hay embajada de Haití aquí en Colombia) ayudó muy generosamente para obtener rápidamente las visas, para el Secretario General y para mí, necesarias para el ingreso de ambos a Haití...

| P. Sidney Fones, Secretario General Adjunto CELAM P. Sidney Fones, Secretario General Adjunto CELAM

Queridos amigos y hermanos:

Me han reclamado que hace tiempo no escribo. La verdad es que ha sido por demasiadas actividades acumuladas. Quisiera contarles ahora algunas breves impresiones de estas últimas semanas que han estado muy dominadas por las impresiones de una visita hecha a Haití.

Después de muchos intentos de contactos con gente de Iglesia de Haití nos resultó uno a través del Director Nacional de Caritas. La Nunciatura Apostólica de Panamá (no hay embajada de Haití aquí en Colombia) ayudó muy generosamente para obtener rápidamente las visas, para el Secretario General y para mí, necesarias para el ingreso de ambos a Haití.

El viernes llegamos a Panamá para retirarlas a tiempo. En la breve estadía en Panamá participamos en el cierre del Año Sacerdotal con el clero de esa arquidiócesis y en la tarde recorrimos la parte antigua de la ciudad de Panamá que es muy hermosa y hoy la restauran como hito turístico de esa ciudad. Hay que decir que esta parte histórica hace contraste espectacular con la inmensa inversión inmobiliaria que hay en la ciudad. En la noche unos amigos nos llevaron a cenar a las esclusas del canal y pudimos ver cómo pasaban por allí cuatro barcos. Hay barcos gigantes hoy día que ya no caben por esas esclusas y están haciendo una gran obra de ingeniería para ampliarlas para todo tamaño.

Al día siguiente, sábado 12 volamos en un vuelo COPA que sólo hace viajes sábados y martes hacia y desde Puerto Príncipe. En los asientos contiguos al mío me tocaron dos señores que al mirarlos supuse que eran chilenos y militares. Efectivamente lo eran. Iban a controles y hacer relevos. En el aeropuerto, por supuesto, encontré muchos más. Allí hay unos 300 militares chilenos que se dedican a reparar caminos y a algo de vigilancia.

Llegamos allá casi cinco meses después del terremoto. Nuestro objetivo era ver cómo coordinar alguna ayuda de Iglesia para la Iglesia de allí. Estuvimos siempre en Puerto Príncipe (PP). En el aeropuerto fuimos acogidos por un sacerdote y una funcionaria muy atenta y servicial de emigraciones. Nos hospedamos en la casa de Caritas Nacional (CN). Se trata de un edificio bastante nuevo donde funcionan las oficinas de CN y tiene capacidad de hospedar a huéspedes extranjeros. Un buen lugar que nos permitió tomar contactos con representantes de Caritas Canadiense, le Secours Catholique de Francia, y otros voluntarios (médicos, religiosas,...) de varios países, sobre todo de México.

 

MISERIA Y DESOLACIÓN

El aeropuerto y el recorrido hasta la casa de CN (casi 30 minutos) nos impactó por lo que pudimos ver de destrozos y escombros por todos lados. En muchos de estos lugares aún no se terminan de sacar cadáveres. Sólo se han limpiado pasos en las calles para que los vehículos puedan circular por ellas. Los primeros días se dieron muchas situaciones de mutilaciones y otras impensables acciones realizadas simplemente en las calles y sin elementos simplemente para salvar vidas. Algo después llegaron algunos hospitales militares de diversos países y personal de salud.

Todos los espacios libres en la ciudad son densamente ocupados por familias que han perdido sus casitas y se han trasladado a vivir allí en un hacinamiento carpas, en campamentos que cobijan cientos de familias. En muchos de estos campamentos puede faltar agua de cualquier tipo hasta por dos días sin que aparezca algún camión aljibe un mínimo de agua. Sin suficientes servicios higiénicos. En este momento la enfermedad más corriente, especialmente en los niños, es la disentería. Durante el día esta misma gente se instala en las veredas de las calles hasta la noche (a esa hora se iluminan con velitas) para vender cualquier cosa que pueda darles dinero para comprar algún alimento de sobrevivencia. Las aceras de las calles son las "tiendas/almacenes" de la ciudad.

La situación, día a día, se torna imposible para la gente que vive de esta manera y comienzan a temerse brotes de violencia por impaciencia causada por el agotamiento de víveres, falta de todo y de esperanza. La corrupción está a la mano y los cientos que emigraron a zonas interiores del país y fueron acogidos por otros igualmente pobres, compartieron y comieron hasta las semillas para las próximas siembras. Se prevé una amenazante hambruna. Cada diócesis tiene miles de desplazados desde PP. Esto es, tanto los de PP como ahora en el interior, un empeoramiento de la situación. No hay ninguna institución operativa a quien recurrir.

La destrucción causada por el terremoto es inmensa y paralizante y ha puesto en evidencia la inmensa pobreza del país y la total incapacidad del gobierno para dar paso a una posible reconstrucción. Las tropas americanas (7.000, aún quedan algunas) y el MINUSTADH de la ONU (en total unos 3000 hombres), está formada por tropas de algunos países latinoamericanos y africanos que prestan servicios limitados de vigilancia y otras ayudas puntuales: salud, limpieza de escombros, ingeniería de caminos... son aceptados pero no queridos por los haitianos. Todo el mundo comenta que vienen a ayudar pero con sueldos que les permitirán seguir viviendo muy bien.
Buenas asignaciones de "zona de guerra".

 

VOCACIONES EN MEDIO DEL CAOS

Visitamos el domingo dos casos ejemplares de esta destrucción: el seminario interdiocesano y la catedral arquidiocesana. El seminario emplazado en un hermoso lugar de tupida vegetación, era una construcción relativamente moderna y grande. Hoy está absolutamente en el suelo. En una parte la placa entre el piso del primer piso y la del segundo piso están separadas por no más de 15 cms. Allí murieron aplastados 6 seminaristas y un sacerdote profesor que estaban en clase. Quisimos visitar el lugar donde viven los seminaristas sobrevivientes y hablar con ellos. Están en un lugar retirado del centro que tenía la Conferencia Episcopal de Haití (CEH) y viven en carpas y sus aulas también son bajo el manto protector de una gran carpa. Allí estaban algunos seminaristas hojeando a al teólogo Kaspers y a otros. Pero la insuficiencia de formación es inmensa. Sólo cuentan con dos profesores, que son simultáneamente el Rector y el Vice-Rector.

El domingo 13 el párroco de la catedral nos invitó a celebrar la Eucaristía de las 07:00. Lo hicimos bajo carpas donde la gente se puede guarecer del sol y de la lluvia.
Cientos de personas congregadas, en parte sin escuchar y con rostros gastados por el dolor y la pobreza pero participando con atención y fe.

La catedral, la casa del Arzobispo y las oficinas muy cerca de la catedral, han quedado totalmente destruidas e inutilizables. El lugar de la casa del Arzobispo es el único sitio que vimos limpios de escombros... allí -nos dijeron- estuvo su casa. El y su vicario general murieron aplastados dentro de ella. Cercana a esta casa que existió, hay una capilla, hoy convertida en bodega, asistimos a un bautizo. La arquidiócesis cuenta con 44 parroquias en el suelo.

En esta situación que se podría seguir describiendo indefinidamente y gracias a la colaboración del Director de CN, tuvimos encuentros decisivos para ir formándonos una idea de cómo se podrían coordinar algunas acciones solidarias básicas a la Iglesia.

El sábado 12 en la noche visitamos al Arzobispo de Cabo-Hatiano y Presidente de la Conferencia Episcopal de Haití. El nos hizo ver el problema con más extensión y sus dimensiones geo-políticas latinoamericanas. También nos permitió diseñar un primer esbozo de alguna ayuda posible coordinada con Haití.

 

NECESIDADES REALES, MÁS ALLÁ DEL ALTRUISMO

Nos dijo muy sabiamente que el problema de Haití hoy hay que verlo desde dentro de la realidad misma haitiana, con ojos haitianos y no europeos u otros para saber de las necesidades realidades y no de la pura generosidad en ayudar. Nos invitó, glosando la última encíclica del Santo Padre, a ver cómo unimos allí la "verdad con la caridad". Las ayudas solidarias hay que unirlas con las perspectivas de un conocimiento real de la marcha del país.

El actual Presidente de Haití es de una ideología anárquica y cercano a las tendencias de Cuba y Venezuela. Allí no hay propiamente partidos políticos (con corrientes de pensamiento) sino simple agrupaciones para aprovechar en algo personal la situación del cargo. La ONU tiene una política totalmente ambigua ante Haití y aún ha abierto camino para que lleguen hasta allí organizaciones no-gubernamentales islámicas, especies de "caritas" musulmanas.

En la Nunciatura Apostólica, el lunes 14 en la mañana, tuvimos una reunión con Mons. José Lafontant, Obispo auxiliar y actual administrador apostólico de PP y otros. Nuestra conversación se centró con Mons. Lafontant, con quien volvieron a salir situaciones ya conversadas con Mons. Kébreau.

En resumen de nuestra estadía y gracias a las muchas conversaciones habidas vemos que hay dos grandes áreas necesitadas de urgente ayuda de parte de las CCEE del CELAM: 1. La reconstrucción física de la Iglesia en Haití y 2. El fortalecimiento y formación de la Iglesia viva en Haití que, a pesar de todos los sincretismos, es la gran mayoría del pueblo haitiano.

La Conferencia Episcopal de los EEUU ha elaborado un proceso para canalizar todas las ayudas económicas destinadas a la construcción. El CELAM podría coordinar las ayudas de formación que pudieran llegar de las Conferencias Episcopales de nuestros países latinoamericanos y del Caribe.

Bueno, no me extiendo más en esta dolorosa situación. Algunos me han preguntado cómo se está ayudando a la Iglesia chilena, un mes después de Haití también removida por un vigoroso terremoto. Tengo entendido que muchas ayudas han llegado de las diversas Conferencias Episcopales y el país tiene una capacidad de recuperación más rápida que aquella otra.

Más allá de esto estamos a las puertas de celebrar los 100 años de la ordenación sacerdotal del P. Kentenich, el 08 de julio. Aún tengo muy vivo aquellas palabras de Juan Pablo II en su primera visita a Alemania. En aquella oportunidad él se reunió con todo los Obispos y sacerdotes que estaban en Alemania en la catedral de Fulda, la diócesis más antigua de Alemania. En su homilía, para sorpresa nuestra quiso nombrar cuatro sacerdotes insignes de la Iglesia allí y, entre ellos, nombró a nuestro Fundador.

En este tiempo en que ha habido tanto escándalo publicado y comentado sobre muchos sacerdotes es una alegría poder celebrar y alegrarnos con uno que ha hecho un camino de santidad y ha abierto no sólo un nuevo Movimiento para la vida de la Iglesia, sino que nos ha dejado una huella indeleble para todos los sacerdotes de cómo vivir, consumirse y amar como sacerdotes del Señor.

Hace un tiempo me habían invitado a participar de los 50 años de fundación del Movimiento en Guayaquil. Pero un volcán entró en actividad con nubes de cenizas y suspendieron todos los vuelos hacia Ecuador. Quedé varado pero luego me llegó otra invitación para el fin de semana 25-27 de junio. Fui invitado a viajar a Guayaquil para darles retiro a un grupo importante de matrimonios del Movimiento de Schoenstatt...justo cuando perdió México y yo sentado al lado de una señora mexicana... Me admiró el nivel de compromiso y la capacidad de liderazgo al servicio de la Iglesia y de su pueblo de muchas de las familias que estaban allí.

Algunos me han preguntado cuándo terminará para mí este segundo cuatrienio en el CELAM. Yo tengo contrato hasta junio del próximo año y todos los Obispos y Ejecutivos tenemos que presentar nuestra renuncia para la Asamblea General en mayo del próximo año para que puedan reemplazarnos.

La bondad y esperanza que el Señor Resucitado suscita en todas partes también esté con cada uno de ustedes.

P. Sidney Fones

Secretario General Adjunto en las oficinas centrales del Consejo Episcopal Latinoamericana (CELAM)

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