LA IMPORTANCIA DE LA VERDAD

Surge una reflexión común a tres hechos destacados dentro de las variadas noticias internacionales y nacionales de los últimos días. Me refiero a, lo ocurrido en el debate presidencial (en Chile) y en la campaña propiamente, en cuanto al tono de las denuncias y recriminaciones que llenan páginas de diarios, ocupan minutos de televisión y de radio. Por su parte, en lo internacional, el Presidente del Perú y su Canciller hacen declaraciones de una supuesta carrera armamentista de Chile y formulan proposiciones en un formato sobrepasado por los tiempos. Mientras, en Centro América se continúa observando el sufrimiento del pueblo hondureño, debido a la situación causada por el Presidente Zelaya al vulnerar la Constitución y fomentar un proceso alejado de la democracia. Lo anterior llevó a que Roberto Micheletti, autoridad del poder legislativo y del partido de gobierno, lo depusiera por la vía de la fuerza para convertirse en jefe de gobierno, acción rechazada por toda la comunidad internacional. Todavía hoy, las negociaciones no prosperan debido a la actitud intransigente de ambos actores. Me parece que en cada una de estas situaciones, podemos observar un elemento común que es la mala impresión, la falta de confianza y el pesimismo que nos despierta la forma como se conducen autoridades que, supuestamente, deberían estar haciendo esfuerzos por buscar lo mejor en cada caso. Tanto en el caso de nuestros candidatos quienes, estoy cierto, aportarían más si en lugar de tanta rencilla y ataques, nos dieran la oportunidad de conocer sus proyectos y programas. Como en el caso de Perú, un país hermano y vecino, que beneficiaría a todos al encontrar puntos de encuentro que generen confianza y fortalezcan la integración, y evitar falsas acusaciones. Así también, en la crisis hondureña, si tanto quienes son responsables directos, como los Organismos Internacionales se esforzaran por entender a su contraparte y se alejaran de la búsqueda de un triunfo absoluto de sus posiciones, sin duda, se llegaría a un acuerdo. A mi juicio, el principal vínculo entre estos hechos es que quienes están comprometidos en estas situaciones, e incluso, tal vez, la sociedad, los medios y nosotros mismos pareciera que hemos perdido el apego y cultivo de la verdad como valor esencial de nuestra vida pública y privada. La verdad es fuente de libertad, constituye la base de la confianza, permite actuar basado en hechos concretos alejando los intereses personales y apegándonos a valores superiores.En el caso de nuestros candidatos, me parece, que no se ha observado el respeto a la verdad y la campaña presidencial no parece estar a la altura de lo que se encuentra en juego, nada menos que el futuro gobierno. Las autoridades del Perú saben que sus acusaciones se alejan de la verdad y que su proposición no obedece a lo que hoy establece el Derecho Internacional para generar una relación armónica y segura entre países. Zelaya y Micheletti en su lucha personal, olvidando los intereses de su pueblo y alejándose de la verdad, argumentan plenos derechos que tendría cada cual negándose a asumir sus responsabilidades y cerrando el camino a la solución. En síntesis, la verdad es una herramienta vital en el correcto actuar y muy particularmente a las autoridades que se deben a toda la comunidad. La mentira, las medias verdades, u omisión conduce a confusión, bajan el nivel de lo público, deterioran la política y entorpecen las relaciones entre los países. Termino con una experiencia personal. Creo que a todos nos cuesta sumir la verdad como un valor aplicado en nuestro actuar público y privado. Hacerlo tiene costos, sin embargo, el regalo que se recibe al asumirla, por dura que sea a veces, es la tranquilidad de la recta conciencia y la construcción de un futuro basado en la verdad.