LA INSUFICIENTE INTRANQUILIDAD DE RAFAEL

Henry Malbrán responde en este artículo, los planteamientos que hicieran tanto Rafael Mascayano como Patricio Young en este mismo diario hace pocos días, sobre la consecuencia en el actuar de la familia schoenstattiana. Dos artículos que han sido muy comentados y que han levantado un interesante debate. Este texto continúa con la discusión sobre el tema.

| Henry Malbran Henry Malbran

En un artículo reciente (Peregrinaje a Schoenstatt ¿tranquilizador de conciencias?) Rafael Mascayano plantea la cuestión fundamental de la consecuencia entre lo que se predica y lo que se hace, un conflicto antiguo en la historia de la Iglesia y relativamente nuevo en Schoenstatt. Con esa perspectiva, el solo hecho de plantear la interrogante -respecto a si el peregrinaje a Schoenstatt tiene un sentido evangélico real o es un mero "tranquilizador de conciencias"- tiene una valor intrínseco que debe ser considerado con seriedad.

La descalificación superficial de la reflexión de Rafael hecha en uno de los comentarios, una suerte de respuesta del tipo: "que te importa a ti lo que la gente haga con su plata, preocúpate de cumplir lo que se te pide a ti..." puede efectivamente ayudar a tranquilizar conciencias, pero es una pobre respuesta a la interrogante de fondo. Ni hablar del estar abierto a las voces de Dios en las palabras de los hermanos.

En mi opinión el cuestionamiento de Rafael no solo es perfectamente válido y pertinente, sino también demuestra cierto coraje para plantear temas que muchos quisieran no ver ni discutir en la plaza pública. Ese es un valor que hay que reconocer en el artículo de Rafael. Dicho aquello, me parece que los problemas de su reflexión son de otro tipo. He aquí algunos:

• El artículo de Rafael empieza preguntándose si el peregrinaje será o no será un "tranquilizador de conciencia", lo cual, mirado en el contexto amplio del acontecer actual de la Iglesia y del Schoenstatt chileno, resulta un legítimo y profundo cuestionamiento. Con esa introducción -apoyada además por la famosa petición del Papa Francisco a sus compatriotas de no viajar a Roma para su entronización- parecía que a continuación Rafael iba a plantear el gran tema de las contradicciones entre lo que se predica y lo que se práctica en un movimiento fundado en el Evangelio, movimiento que además ha hecho del pensar y el hacer orgánico su gran contribución doctrinaria.
Pero -para sorpresa del lector- la contradicción que más importa a Rafael (por lo menos, a la que más dedica tinta) es la de aquellos laicos que después de décadas de militancia, siguen siendo reacios a asumir roles de asesores de nuevos grupos y prosélitos. Algo de eso debe haber, pero con ese nombre de artículo (Peregrinaje a Schoenstatt ¿tranquilizador de conciencias?), esa introducción y esas citas de Francisco, el lector podía esperar un desarrollo más completo y fundado del gran tema de la inconsecuencia evangélica en los tiempos que vivimos. Y del peligro inherente en los "tranquilizadores de conciencia" que solemos esgrimir.

• En segundo lugar, el cuestionamiento de Rafael (igual que el controvertido artículo de P. Young hace algunos días) me resulta extemporáneo. Si su planteamiento hubiera sido hecho uno o dos años atrás, habría habido tiempo para reflexionar, sopesar, corregir o mitigar. Especialmente si las interrogantes hubiesen sido esgrimidas por Rafael, bien reconocido por su larguísima lealtad a Schoenstatt.
Pero ahora, con los pasajes comprados, con los programas y calendarios bien definidos, casi haciendo ya las maletas para salir al aeropuerto... ¿Qué espacio queda para hacer fecunda la reflexión de Rafael?

Por otra parte, la mayoría de los paquetes de peregrinaje llevan también una visita a Roma. Es válido preguntarse qué pensará el Papa Francisco cuando vea a estos grupos de chilenos y latinoamericanos vitoreándolo en la plaza del Vaticano...después que el mismo le pidió a sus compatriotas argentinos que no viajaran a Roma con motivo de su propia entronización como Papa, y que utilizaran en cambio aquellos recursos para hacer caridad con su pueblo empobrecido.

Es seguro que Francisco tendrá palabras de aliento y agradecimiento por la visita, porque después de todo él es cabeza de la Iglesia universal. ¿Qué otra cosa puede hacer? Pero en su interior, ¿no estará preguntándose en qué términos tiene que hablar para ser comprendido y –sobre todo- para ser genuinamente seguido? ¿En qué términos tiene que hablar para superar el "preocúpate de ti mismo y deja que los demás hagan lo que quieran"?

Rafael se pregunta si este peregrinaje no será un "tranquilizador de conciencias" para esconder ciertas inconsecuencias que no se quieren abordar. También cuestiona ¿Qué va a cambiar de vuelta a casa? ¿Quedará todo en anécdotas y recuerdos que se diluyen en el tiempo, o habrá un cambio significativo y notable? ¿Qué cambiará?
Turismo religioso es lo que Mauricio Zech ve detrás de esta peregrinación: así de simple.
Patricio Young reclama –con razón- porque hasta Alemania, Roma y Tierra Santa van a ir los que tienen la voluntad de hacerlo, pero que además tengan los recursos económicos para pagar los costos no menores que implica celebrar en Europa el centenario de la fundación de Schoenstatt.

En efecto –siguiendo las sugerencias de Young- ¿no hubiese sido quizás más congruente con los nuevos tiempos que amanecen en la Iglesia, y en el nítido mensaje de Francisco, que cada Rama o Familia enviara una pequeña delegación representativa, apoyada espiritualmente y financiada solidariamente por su comunidad de origen?
Y –agrego- ¿no hubiese sido más Evangélico preparar la celebración del centenario, en el propósito de que por cada dólar gastado en la peregrinación, se donara un dólar para tantos requerimientos de los pobres y excluidos de nuestra gran Patria Latinoamericana, repleta de miserias que claman al cielo? ¿Habría conciencia del vínculo orgánico entre ambas iniciativas? ¿No sería éste el capital de gracias que más agradaría a María y al PK en este centenario?

A razón de US$ 5.000 por persona, seguramente había espacio para celebrar y peregrinar... al mismo tiempo que invertir el dinero y la oración equivalentes, en construir un nuevo hogar para los ancianos abandonados que pululan por todo Chile, o hacerse cargo del amargo futuro de aquella(as) niña(as) violada(as) y embarazada(as) por su padrastro, o incluso para hacer un santuario, por ejemplo, en La Pincoya. Claro que seguramente había espacio y recursos para aquello.

Desde luego, entiendo bien que una iniciativa tal no sería propiamente caridad cristiana. Es cierto que sería más bien asistencialismo o subsidiaridad.

Pero sería algo. Mejor que nada.

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