La juventud: sujeto y agente de una nueva evangelización

La juventud representa un reto y una esperanza para la Iglesia y la sociedad. Los jóvenes desafían a la Iglesia porque no están recibiendo la atención pastoral necesaria. Son una esperanza porque, si encarnan el evangelio en sus vidas, pueden renovar la Iglesia, transformar los valores culturales yconstruir el Reino de Dios. Para enfrentar este reto y hacer realidad esta esperanza, se necesitan jóvenes que asuman su vocación y misión de cristianos en el mundo.

| Eduardo Arnouil Eduardo Arnouil

Hace muchos años existió un joven llamado Jeremías, que vivía en un pueblo perdido por su egoísmo e idolatría y amenazado por las guerras. Dios hizo profeta a Jeremías y le dio la misión de llamar a la gente a convertirse, dejando de lado la avaricia, la infidelidad y la injusticia que caracterizaban a su sociedad. Pero la gente no lo escuchó, pues las verdades muchas veces hieren y molestan.


Quizás más de una persona pensó en callar a aquel muchacho, ponerlo en su sitio de joven: en el silencio y en la obediencia a sus mayores, hasta que aprendiera a hablar con la “sensatez” de una persona mayor. Sin duda, varias personas de buena voluntad trataron de “educar” a Jeremías para hacer de él un buen judío, respetuoso de la ley y de las costumbres de la época. Además, ¿qué podía decir un joven a los adultos, a los sabios y a los poderosos?

Siempre ha sido difícil escuchar la palabra de Dios cuando llama al cambio. Cuando esa palabra sale de los labios de la juventud, la dificultad es aún mayor. Sin embargo, los gritos de Jeremías no eran propiamente suyos, eran palabras de Dios, quien le encomendó la misión de proclamar la esperanza que nace de la conversión. Sus palabras no eran simplemente de protesta y denuncia, sino gritos de esperanza para los políticos, los jefes religiosos y también para jóvenes como él. Era una esperanza para todos los que escuchándolo volvían sus corazones a Dios y corregían el rumbo de su vida.

Ante el llamado de Dios, Jeremías sintió miedo, inseguridad, falta de experiencia. (Jeremías 1,6-7).Una vez convencido y con el apoyo de Dios, Jeremías cumplió con su misión, a pesar de ser incomprendido, despreciado y perseguido por la mayoría de su pueblo.

Dios está siempre llamándonos a través de nuestros jóvenes. ¿Los estamos escuchando? ¿Nos llaman a la conversión los retos y los gritos de esperanza que ellos nos presentan? No escuchar las palabras de los jóvenes, no considerar sus acciones, es estar sordos a nuevos gritos proféticosde Dios. Hoy día los jóvenes, como lo hiciera antes el joven Jeremías, traen un grito de esperanza a una sociedad frecuentemente dirigida por la avaricia, el egoísmo y la idolatría.

¿Cómo podemos los adultos crear espacios e invitar a que los jóvenes asuman su vocación y misión como cristianos?Para que así sean ellos sujetos y agentes de una nueva evangelización (“evangelizadores evangelizados”) y para que sean ellos los que se encuentran personalmente con Jesucristo y lo llevan a todos los ambientes como discípulos fieles.

Eduardo Arnouil
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