La realidad es más compleja

¿Cuáles son las cifras de alcoholismo en Chile? ¿Se bebe más en Europa que en Latinoamérica? De vez en cuando es bueno revisar las estadísticas reales, para no crear mitos, y conocer las razones de fondo de este flagelo que está destruyendo la vida de miles de jóvenes. Porque la realidad es más compleja de lo que parece.

Jueves 18 de septiembre de 2014 | Henry Malbrán

Hace algunos días se publicó en SchVivo un video titulado "¿Por qué los jóvenes están borrando sus vidas con alcohol?" donde se hacen algunas afirmaciones que merecen algunas precisiones. Entre otras cosas, la autora asevera lo siguiente: "Según las cifras de la OMS, Chile lidera en alcoholismo a los países de America Latina. Y America Latina es la segunda zona mas alcoholizada del mundo, después de Europa del Este. Podemos imaginar, en un ejercicio no tan complicado, que Europa del Este es un país (sic) muy alcoholizado por un problema de los eslavos, del frío, y también por un problema de 50 años de opresión, de insatisfacción política, económica y social" (este última aserto probablemente se refiere a los regímenes socialistas que gobernaron parte de Europa hasta 1990, aunque los periodos históricos tampoco calzan).

Tales afirmaciones resultan sorprendentes. En primer lugar se debe aclarar que el Informe OMS (Global status report on alcohol and Health, 2014) no hace referencia alguna a un conglomerado denominado "América Latina", ni a otro llamado "Europa del Este" (cuya definición geográfica es muy ambigua, por los demás). El Informe OMS solo reporta las estadísticas de consumo de alcohol desagregados por país y, además, los resultados agregados en seis regiones: África, América, Europa, Mediterráneo del Este, Sudeste del Asia y Pacifico Occidental. Tampoco el Informe usa el término "alcoholizado", que tiene una connotación siempre negativa; se refiere en cambio al "consumo de alcohol", que no necesariamente es negativo ni siempre un problema de salud.

El Informe OMS reporta que es Europa (no "Europa del Este") la región de mayor consumo de alcohol en el mundo (12,2 litros de alcohol puro per capita anual). En este amplio conjunto de más de 50 países, el consumo es bastante alto en promedio pero el conglomerado de naciones europeas presenta gran diversidad cultural, étnica, política, geográfica, religiosa, etc.

¿Es justo decir que el carácter de "eslavo" explica un alto grado de consumo alcohólico? Los datos no respaldan tal afirmación. Efectivamente un país eslavo como Bielorrusia es el de mayor consumo del mundo (17,5 litros de alcohol per cápita anual) pero seguido muy de cerca por países no eslavos como Moldavia (16,8 lt. per cápita) que tiene raíces rumanas y Lituania (15,4) cuya etnia es fundamentalmente báltica (de los baltos) y con muchas raíces prusianas. Es cierto que algunos países mayormente eslavos presentan altos índices de consumo como Rusia (15,1), Polonia (12,5), Serbia (12,6), Ucrania (13,9). No obstante, tales índices no son muy distintos de otros países no eslavos como los ya nombrados Moldavia y Lituania, además de Rumania (14,4), Hungría (13,3), Andorra (13,8 ¡!), Finlandia (12,3), Francia (12,2), Portugal (12,9), Letonia (12,3), Alemania (11,8), Dinamarca (11,4), Luxemburgo (11,9), Gran Bretaña (11,9), etc.

Si el carácter de "eslavo" es inadecuado para explicar el consumo de alcohol en Europa, peor predictor es la variable ideológica. Aunque varios países con altos índices de consumo fueron parte de la Unión Soviética o de su área de influencia, otros que nunca estuvieron en esa condición también muestran altos índices, como los mencionados Finlandia, Francia, parte de Alemania, Portugal, Dinamarca, Gran Bretaña, etc. Y también están los países que habiendo sido parte de la órbita soviética, presentan bajos índices, como Albania (7,0); Armenia (5,3); Georgia (7,7); Bosnia (7,1) y Macedonia (6,7) entre otros. Por lo demás, la Unión Soviética y su esfera de influencia colapsaron hace 25 años y es dudoso que la "opresión e insatisfacción" asociada a tales regímenes tengan aún alguna influencia relevante (si es que alguna vez la tuvieron) en los patrones de consumo de alcohol de esos países (el Informe OMS considera la población mayor de 15 años).

En resumen, parece claro que los "50 años de opresión" (sic) tampoco explican el alto consumo alcohólico de "Europa del Este". Que esta explicación ideológica es solo un sesgo del observador, es evidente cuando se consideran los índices de consumo en países que han experimentado regímenes similares como Cuba (5,2); China (6,7) o Vietnam (6,6). El caso coreano es educativo: mientras la democrática Corea del Sur consume 12,3 litros de alcohol per cápita al año, la vecina y comunista Corea del Norte apenas 3,7.

Definitivamente, tal como antes la condición de "eslavos", los "años de opresión" soviética tampoco parecen tener demasiado poder explicativo del consumo alcohólico.

Sin ser especialista, se puede aventurar que otras variables tales como el ingreso monetario (quizás no es casual que el continente más rico sea el de mayor consumo); el frio (los países con climas más gélidos tienen más alto consumo) y la religión (muchos de los países de menor consumo son musulmanes) debieran tener una mejor capacidad explicativa. Pero es necesario hacer un ejercicio metodológico considerablemente mayor para entender el fenómeno y lo que dicen los datos.

El Informe de la OMS advierte ya en su primer Capítulo que las razones y patrones del consumo de alcohol son un tema nada trivial: "El consumo de bebidas alcohólicas ha sido una parte integral de muchas culturas durante miles de años. Antes de la era moderna, las bebidas alcohólicas fermentadas eran conocidos en todas las sociedades tribales y de aldea, excepto en Australia, Oceanía y Norte América. En las sociedades donde no hubo consumo de alcohol aborigen, el encuentro con las bebidas alcohólicas fue a menudo abrupto y muy problemático. Donde el alcohol era consumido tradicionalmente, la producción de bebidas alcohólicas frecuentemente ocurría en pequeña escala, como una actividad doméstica o artesanal, sobre todo cuando y donde había excedentes disponibles de la agricultura....

Por sobre y -con frecuencia- en sustitución de los patrones tradicionales del beber, se impusieron los nuevos patrones de producción y consumo que se desarrollaron en los imperios europeos al principio de la industrialización moderna. Ello implicó nuevas bebidas, nuevos modos de producción, distribución y promoción, y nuevas costumbres de consumo... Cuando los licores destilados estuvieron disponibles y (los avances del) transporte lo permitieron, las bebidas alcohólicas se convirtieron en un "commodity" del mercado, que estuvo disponible en todas las estaciones del año y en cualquier momento de la semana. Este aumento de oferta y disponibilidad a menudo resultó desastroso para las economías indígenas y su salud pública. A menudo, las consecuencias fueron también catastróficas en otros lugares del mundo" (página 3 del Informe OMS, traducción libre).

Así pues, el problema es mucho más complejo de lo que parece. El Informe de la OMS es un océano de información y análisis, que vale la pena estudiar en profundidad.

¿Y Chile?

Aunque lejos de Europa, el segundo conglomerado mundial consumidor de alcohol es América (no "América Latina") con 8,4 litros per cápita anual. Este promedio incluye países de consumo relativamente alto como Canadá (10,2) y Estados Unidos (9,2); pero también naciones latinas con consumo significativamente bajo como Bolivia (5,9), Guatemala (3,8); Costa Rica (5,4), Colombia (6,2); Nicaragua (5,0) o Cuba (5,2).

Por desgracia, el consumo per cápita de Chile (9,6 litros por año) efectivamente está entre los más altos de América, aunque nos siguen de cerca varios vecinos: Argentina (9,3); República Bolivariana de Venezuela (8,9); Paraguay (8,8); Brasil (8,7), etc. Aquí aparecen algunas dudas, porque es difícil aceptar que Chile consuma tanto más alcohol per cápita que Brasil (8,7) o México (7,2), por ejemplo. Y también es difícil aceptar que el consumo argentino se acerque tanto al chileno. Pero eso dicen los datos OMS, y seguramente están más fundamentados que nuestra limitada percepción.

Tratar de explicar las razones del consumo de alcohol relativamente alto en Chile –en especial entre los jóvenes- es un desafío para especialistas de diversas disciplinas. Sin ser uno de ellos, se puede sin embargo ensayar al menos algunos elementos para el debate, que resultan de la simple observación de nuestra comunidad nacional, familiar y personal.

Con certeza el aumento de consumo de alcohol está muy asociado con el tipo de sociedad que hemos construido en las últimas décadas. En este sentido, el problema del alcohol no debería tener una explicación distinta que la droga, la delincuencia o la violencia irracional que vemos en cada evento masivo –en especial con jóvenes-. El problema de fondo es que Chile se está convirtiendo en un país de guetos sociales, económicos, educacionales, culturales y hasta religiosos. Una nación que rápidamente está desechando su sentido de un destino común y solidario como comunidad nacional, para reemplazarlo por el sentido absoluto de lo individual, del logro de lo exclusivamente personal. Una nación donde el único valor útil es el éxito del individuo y el reconocimiento del gueto al cual se pertenece. Es ingenuo preguntarse porque hay tantos jóvenes queriendo ser médicos, economistas o ingenieros, y tan pocos que quieren ser profesores, científicos o poetas: basta ver los ingresos y el reconocimiento social asociados a esas profesiones en el Chile de hoy. En tal modelo de sociedad, los que no logran los frutos del éxito así definido –que son la mayoría- se ven tentados a buscar formas de compensación en el alcohol, las drogas y otras rebeliones. Y los que si obtienen tales frutos, suelen caer en las mismas tentaciones al comprender el vacío de sus logros.

Esa es la realidad nacional, pero es bueno preguntarse cuán distintas son nuestras propias comunidades laicas (adultas y jóvenes) en este tema del consumo alcohólico. Obviamente no tenemos datos disponibles para demostrar hipótesis alguna, pero quizás en este tema como en otros, la realidad propia no sea muy distinta de la nacional. ¿Hay razones para creer que son distintas?

En cualquier caso, por formación y experiencia sabemos que lo que corresponde –en este problema del alcohol, como en otros- es desarrollar y aplicar una pedagogía de saneamiento personal, de reencuentro con los valores de dignificación de lo personal en función de lo social y solidario, de abrazar esta comunidad que vive en un país llamado Chile, donde todos y cada uno de sus habitantes nos importan, y nos importan en todas sus dimensiones vitales. El efecto demostración de tal pedagogía de lo solidario expresada en una práctica efectiva y afectiva de nuestras comunidades, sería un regalo invaluable para enfrentar el drama del abuso del alcohol y otras miserias sociales de nuestro país.

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