Las neurociencias y las respuestas kentenijianas que aguardaban un sustento científico

Las neurociencias y las respuestas kentenijianas que aguardaban un sustento científico ¿La autoeducación bajo una mirada científica? Una reflexión sobre los avances en neurociencias en fusión con los legados de nuestro Padre Fundador.

| Cecilia Sturla Cecilia Sturla

¿Qué haría Ud. si le dijeran que tiene que leer un libro de neurociencia?

Si Ud. está fascinado por esta rama científica que estudia el cerebro y sus mecanismos neuronales, quizás estaría interesado. Pero si Ud. es como yo, que le gusta ver de qué manera el cerebro funciona, pero sin demasiadas cuestiones científicas y complejas, entonces no lo dude: “Ágil mente”, de Estanislao Bachrach, es su libro.

Es evidente que quien más sabe, tiene mayor capacidad de trasmitir los conocimientos de manera más sencilla. Y así pasa con nuestro autor.

El hombre, esa “máquina pensante”, como lo describió Descartes allá por el S. XVII… no va más. El “Pienso, por lo tanto existo”, deberíamos contraponerle: “Siento, por lo tanto existo y pienso”. Así como suena. Porque resulta que ahora no somos un ser racional que siente, sino que somos seres sentientes que pensamos, razonamos lógicamente… pero después de sentir.

Primero desarrollamos la parte del cerebro donde se ubican las emociones, y miles de años después pudimos desarrollar, por cuestiones de supervivencia, la racionalidad. Es así como la gran cantidad de decisiones que tomamos por día no son producto de una reflexión lógica, sino de emociones que las podemos ordenar lógicamente, pero son más emotivas que racionales.

Yo, quien siempre me consideré una persona bastante racional, resulta que analizando en profundidad las decisiones más cotidianas, me di cuenta que muchas de estas las tomo por cuestiones emotivas a las que justifico a través de la razón.

Es interesante lo que las neurociencias nos aportan desde su lugar. Si sabemos el funcionamiento del cerebro, podemos aprender a manejarlo mejor, lo mismo que a nuestras emociones… Muchas veces claridad mental equivale también a claridad de acción, ya que ahora estoy un poco más consciente del por qué actúo de determinada manera, y puedo entender un poco más a las personas que actúan de esa forma…

¿Podemos desarrollar conscientemente la creatividad, la capacidad de controlar nuestras emociones? Claro que sí. Quizás la autoeducación no es otra cosa que tomar conciencia de uno mismo y actuar en consecuencia. Y es interesante también que muchas cosas que confirmaron las neurociencias la Filosofía Cristiana ya las había descubierto, aunque por caminos distintos.

Cuando la mente está estresada, sus propios mecanismos dejan de funcionar… Cuando una idea no viene a nuestra mente, es necesario tomar distancia del problema, hacer algo que nos distraiga, nos divierta, nos saque de donde estamos, así se disparan las neuronas que siempre tienden a hacer lo mismo (por un mecanismo de autodefensa). Cuando un problema nos agobia, vamos a rezar, a contemplar, al silencio, para que la respuesta venga a nosotros. ¿No es así?

La tranquilidad que las neuronas necesitan, no es otra tranquilidad que la del silencio y la oración, el poder alejarnos del ruido cotidiano para serenar el espíritu y que las “cosas vuelvan a su lugar”.

Es bien interesante Bachrach cuando nos dice que la creatividad depende de unir conceptos que no tienen nada que ver unos con otros y armar entonces algo diferente.

Apertura al otro, a las opiniones contrarias a las de uno, a escuchar al otro pese a que tiene conceptos totalmente diferentes a los míos… todo un mecanismo que podemos educar en nuestro cerebro si ejercitamos las neuronas correspondientes.

En definitiva: si Kentenich hubiera leído los últimos estudios de neurociencia, quizás su frase “La Iglesia siempre terminó haciendo lo que yo había dicho”, hubiera sido esta otra: “La ciencia siempre terminó por descubrir todo lo que yo había intuido antes”.

Un parafraseo con el debido respeto al P.Kentenich y a las ciencias…

(Bachrach, Estanislao, “Ágil mente. Aprendé cómo funciona tu cerebro para potenciar tu creatividad y vivir mejor”. Buenos Aires, Sudamericana, 2013)

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