ME CONMUEVE LA MIRADA COMPASIVA DEL P. KENTENICH- Por P. Carlos Padilla

| P. Carlos Padilla P. Carlos Padilla

Imagen foto_00000002

Envidio su respeto profundo a la originalidad de cada uno, buscando caminos para que todos puedan echar raíces en un hogar seguro.

 

Ese respeto profundo a la libertad de cada hijo, sin querer imponer nunca un camino ya trazado.

 

Miró cada alma sin querer controlarla, dejándola crecer a su propio ritmo.

 

Me enamora de él esa pasión por la vida que marcó su ruta y esa mirada profética que ve más allá del desierto un futuro vergel lleno de vida.

 

Me impresiona esa imprudencia suya que le llevó a no hacer siempre lo políticamente correcto.

 

Yo he seguido a un Padre capaz de amar lo humano, lo imperfecto y ver detrás de las piedras y de la sequedad del desierto una vida escondida siempre fecunda.

 

Me alegra ese Padre valiente que nunca se guardó las palabras y no mantuvo silencios culpables.

 

Creyó en lo que vivía y lo entregó sin temer que no diera vida.

 

Supo vivir la difamación y el exilio como su camino de santidad. Vivió allí despojado de títulos y reconocimientos.

 

Renunció por amor y se asemejó más a Cristo.

 

En su fragilidad, en su herida, palpó de nuevo la misericordia de ese Dios que lo había amado desde su familia rota.

 

Dios sacó de su alma un jardín inmenso y fue fecundo cuando muchos lo hubieran dudado.

 

Creo en ese Padre capaz de creer en el valor de los vínculos, esos lazos lanzados por Dios en gestos y abrazos humanos.

 

Creyó en la confianza como el mayor tesoro que podemos dar a alguien. Y yo ahora confío en él, en lo que me ha enseñado a lo largo de tantos años. Mi mano se posa de nuevo en su mano para seguir sus pasos.

 

En tiempos de tormentas, no pierdo la esperanza. Y no disminuye mi fe en la misión que él mismo me ha confiado. Y ahora me pide que siga confiando y dando esperanza.

 

Creo en ese Padre tan humano, y tan de Dios. Tan niño desprotegido y tan hijo amado de María.

 

Creo en sus palabras porque me abren horizontes y me enseñan el valor profético de los gestos.

 

Y creo, porque lo amo, porque me ha dejado entrar en su alma y he visto su jardín sellado.

 

Creo en él y sigo mi camino detrás de sus pasos porque su vida es para mí testimonio de una fidelidad ciega al amor De Dios en su camino.

Por P. Carlos Padilla

Imagen foto_00000011

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el 09/12/2020 a las 18:57hrs