Mujeres de hoy, mujeres de adviento

Desde Viña del Mar, nos escribe una nueva colaboradora, Verónica Cuidad Pap, y nos comparte su visión como mujer schoenstattiana de las Mujeres de hoy, mujeres de adviento, y nos invita a meditar que, ya estamos llegando al final del año y es tiempo de balance, revisión, planificación y por sobretodo de agradecimiento. ¿Por qué agradecer? Es muy importante hacerlo, es como reconocer que yo no soy la mujer omnipotente y poderosa que todo lo consigue o que todo lo puede.  

| Verónica Ciudad Pap Viña del Mar Verónica Ciudad Pap Viña del Mar

Ya estamos llegando al final del año y es tiempo de balance, revisión, planificación y por sobretodo de agradecimiento. ¿Por qué agradecer? Es muy importante hacerlo, es como reconocer que yo no soy la mujer omnipotente y poderosa que todo lo consigue o que todo lo puede. Es el momento de reconocer con mucha humildad el paso de Dios durante este año y a través de ello, hacer un recordatorio de cada una de las personas y de los acontecimientos que dieron sentido y forma a este regalo que es la vida de la cual fui testigo y en algunos casos también protagonista.
Este 2013 ha sido intenso y muy bendecido, cargado de regalos y sorpresas especialmente para un grupo de mujeres del Movimiento de Schoenstatt que nos arriesgamos a salir al mundo a través de un proyecto dedicado a la mujer y que sin importar religión, estrato social, edad y estado civil, todas vibraron y se esforzaron por alcanzar el objetivo final que es revalorar su ser femenino y asumir la responsabilidad de ser dadoras- receptoras de vida como también garantes de la humanización de la sociedad, y así lograr esa anhelada armonía entre lo que pensamos, hacemos y queremos, misión que las mujeres lamentablemente hemos dejado de lado, o más bien olvidado, en el afán de competir con el hombre, convencidas que es el camino correcto para llegar a la cima.
Iniciamos esta cruzada en marzo de este año y volviendo a la evaluación creo que si hay alguien que ha ganado con esto, hemos sido nosotras mismas.
No puedo abstraerme en mis meditaciones del valor sagrado e inconmensurable que tiene cada una de las historias de vida de cientos de mujeres que Dios me dio la oportunidad de conocer. Es por esto que cada una de ellas es para mí una mujer de adviento, una mujer dispuesta para el servicio, presta a salir a entregar lo poco o mucho que tiene, mujeres llenas de esperanza, algunas muy afortunadas y bendecidas pero otras, a las que la vida más les ha quitado que regalado.
Mujeres del norte, con el sol que deja huella en surcos profundos de su piel, que debe afrontar sola los problemas del hogar y de sus hijos porque, sea quien sea el responsable de esta práctica y sin escatimar en el daño que le hace a la convivencia familiar, sus parejas están internos por muchos días en las minas de cobre, de plata o de oro. Y que cuando se cumple la faena llegan a su casa exigiendo sus "derechos " por ser el que trae el dinero al hogar como sí la educación, el amor incondicional, el esmero y dedicación que ella ha entregado sin esperar nada a cambio carece de valor... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres prostitutas, que esperanzadas en un mundo más humano y movidas por darles un mejor ejemplo a sus hijos, optan por la rehabilitación y la inserción en el mundo laboral donde deben enfrentar la discriminación, presas de peligros permanentes de reincidir en el flagelo de la droga y alcohol que convivieron con ellas como complemento perfecto de este trabajo nocturno... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres pobladoras, jefas de hogar, muchas de ellas maltratadas física y sicológicamente por sus parejas que a pesar de toda la adversidad optan por salir adelante, asumir la responsabilidad de su familia y luchar por darle un digno pasar a sus hijos... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres que día a día deben acudir con sus hijos enfermos, a tratamientos médicos eternos , recorrer interminables distancias hacia centros de rehabilitación para lograr algún mínimo resultado en su hija con espasticidad, con daño cerebral o alguna malformación congénita que llegó a cambiar la vida de su familia... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres que en el ocaso de la vida y con mucho sacrificio y entrega deben hacerse cargo de nietos o bisnietos porque sus madres no lo pueden asumir o víctimas de un sistema que no favorece ni garantiza los valores de la familia, deben salir al alba de sus casas a cumplir con su día laboral, llegando cansadas y agobiadas cuando el sol ya marca el ocaso del día hace un buen rato... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres profesionales y exitosas que formaron con muchos sueños y esperanzas su familia y que en forma inesperada deben aprender a vivir y asumir como madre, padre, proveedora y reinventarse económicamente porque el proyecto de familia que soñó no dio el resultado esperado... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres, madres de niños con capacidades especiales que a pesar de la sacrificada vida que han tenido que enfrentar una y otra vez repiten que siempre optarían por la vida y no cambiarían por nada en el mundo todo el amor ,la esperanza, la alegría y la entrega que han experimentado con ese hijo discapacitado.... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres víctimas de graves enfermedades que son capaces de entregar fuerza y alegría a sus familias, sin importar el dolor, la entrega y el sacrificio que en muchas ocasiones disimula para no alterar la armonía y la paz familiar... Ellas son mujeres de adviento.
Mujeres líderes que luchan en forma permanente y consecuente por la causa que se propusieron con el solo fin de lograr una mejor calidad de vida para su prójimo... Ellas son mujeres de adviento.
Y así podría seguir entregando tantos testimonios recibidos gratuitamente, hoy solo pedirles a Dios y a María, nuestro modelo de mujer, que siga bendiciendo este proyecto para aportar con un granito de arena a esta sociedad en que el gran llamado es que hombre y mujer crezcan y vivan en mutua complementariedad. Mismo valor pero distinto modo de realizar y expresarse en cada acción. Ambos somos necesarios para el desarrollo del otro e indispensables para cuidar a los hijos.
Feliz Navidad y un bendecido 2014
Verónica Ciudad Pap

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