Necesitamos Guitarras

Existen muchas formas sutiles que utiliza el buen Dios para motivarnos a tocar guitarra y cantar en la Iglesia. Su llamado es como la suave brisa, no es como un vendaval. Tocar guitarra y cantar es algo que primero se vive y se experimenta en común, mucho antes de nuestro compromiso de cantar habitualmente en las misas... está directamente relacionado con lo que sale de nuestro corazón, y con el llamado personal que Él hace a cada uno. La principal función de la guitarra es poner a nuestro alcance la armonía de los cantos; a través de acordes que se ejecutan fácilmente con posturas de la mano sobre el mango. Y con la otra mano se ejecuta libremente el ritmo; ya sea rasgueado, arpegiado o punteado. Los acordes y los ritmos apoyan la melodía del canto y mantienen una velocidad uniforme; lo cual ayuda mucho a la afinación y a la coordinación en el momento de cantar reunidos en asamblea. ... ... ...

| María Isabel Herreros Herrera María Isabel Herreros Herrera

Existen muchas formas sutiles que utiliza el buen Dios para motivarnos a tocar guitarra y cantar en la Iglesia. Su llamado es como la suave brisa, no es como un vendaval. Tocar guitarra y cantar es algo que primero se vive y se experimenta en común, mucho antes de nuestro compromiso de cantar habitualmente en las misas...está directamente relacionado con lo que sale de nuestro corazón, y con el llamado personal que Él hace a cada uno.

La principal función de la guitarra es poner a nuestro alcance la armonía de los cantos; a través de acordes que se ejecutan fácilmente con posturas de la mano sobre el mango. Y con la otra mano se ejecuta libremente el ritmo; ya sea rasgueado, arpegiado o punteado. Los acordes y los ritmos apoyan la melodía del canto y mantienen una velocidad uniforme; lo cual ayuda mucho a la afinación y a la coordinación en el momento de cantar reunidos en asamblea. ... ... ...

Pero no hay que olvidar la enorme importancia del mensaje contenido en el texto de los cantos...ese es el principal imán que atrae a quien se inicia en la práctica constante del instrumento. La gratificante sensación de expresar para sí mismo y para otras personas los pensamientos y sentimientos más íntimos, y la oportunidad que nos da la Iglesia de compartirlos en las celebraciones litúrgicas...es un apostolado muy completo; es ir haciendo vida día a día la Palabra del Señor y comprometiéndose con ella.

Es por eso que, a medida que avanzamos en este camino, poco a poco vamos incluyendo más cantos en nuestro repertorio y dejando atrás aquellos cantos que nos sirvieron en su momento, y luego, al madurar, comprendimos que había otros cantos que nos interpretaban mejor. El canto en la Iglesia es el mejor termómetro para medir cómo está nuestro mundo de vínculos personales; con nosotros mismos, entre nosotros y con el mundo sobrenatural.

Y debo decir que muchas veces, en los años que llevo apoyando el canto en la Iglesia, he sido requerida para cantar y tocar guitarra en forma autoritaria, mecánica, en el último momento, sin coordinación previa o en un ambiente adverso; lo cual no permite llevar a cabo en forma fecunda este apostolado.

Necesitamos guitarras, sí, pero tocadas por instrumentos humanos libres, al servicio de grandes ideales; que antepongan el bien común a sus propios intereses.

Que canten y toquen lo mejor posible, pero movidos en primer lugar por un gran amor... ese amor mariano que armoniza, aún mejor que la guitarra, nuestra vida cotidiana en la Iglesia y en el mundo; nuestro camino personal y comunitario hacia el cielo.

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