Nuestros Congregantes héroes del 2014

  Desde Viña del MAr, Verónica Ciudad, nos comparte su reflexión, sobre como nos preparamos para esta gran celebración de este 2014, Han vivido la partida de tres de  activos y queridos hermanos en la alinaza, y nos comparte... Sin lugar a dudas ha sido fuerte y doloroso. Los que con tanto júbilo celebramos en octubre, hoy estamos ahí junto a los Hermanos de Alianza que nos dejan, inundados en lágrimas de dolor y desvalimiento.Podría seguir dando mil detalles de cada uno de estos hijos predilectos y de los acontecimientos mágicos que surgieron en torno a ellos, pero quiero hacer una reflexión a la luz del misterio de Schoenstatt. A pesar de lo triste de los momentos vividos podemos constatar con alegría que el ser familia es de verdad, que los vínculos de la Alianza de Amor son reales, que se experimenta ese dolor compartido a la luz de la esperanza y que es la Mater la que a través de la unión de corazones que un día sellamos con Ella la que nos conducirá directamente al Padre Dios. ¡No cabe ninguna duda de aquello!   Comenzamos el Año Jubilar con mucho entusiasmo. Toda la familia se esmeró para que disfrutáramos de una fiesta sin precedentes que marcara un momento difícil de olvidar en donde el amor a Schoenstatt, al Padre Fundador y a la Familia fueran los protagonistas. 

| Verónica Ciudad Pap. Viña del Mar Verónica Ciudad Pap. Viña del Mar

En el 2014, año tan anhelado para la Familia de Schoenstatt, año de reparación, de júbilo y también de dar infinitas gracias por este maravilloso regalo que es la Alianza de Amor con nuestra querida Madre y Educadora.

Hemos preparado este año con tanto entusiasmo, emoción y amor que nada puede faltar. Todo está pensado y organizado para que la celebración sea una irrupción de gracias que nuestra generación no volverá a experimentar, velando para que las venideras sean cada vez más bendecidas y celebradas y que, por supuesto, tengan a nuestro Padre y Fundador en los altares.
Nuestro Santuario Cenáculo de Fundación (Agua Santa) no ha sido la excepción y comenzamos el Año Jubilar con mucho entusiasmo. Toda la familia se esmeró para que disfrutáramos de una fiesta sin precedentes que marcara un momento difícil de olvidar en donde el amor a Schoenstatt, al Padre Fundador y a la Familia fueran los protagonistas. Donde el valorar nuestras raíces nos indique siempre que somos fundadores de Schoenstatt en Chile y que ello no solo es un hecho que nos enorgullece sino que también es una gran responsabilidad con toda la Familia de Chile.
En el marco de los cientos de asistentes cantando y depositando su primera contribución al capital de Gracia, el Santuario maravillosamente iluminado irradiaba la luz que necesitaremos para los próximos 100 años. Trompetas, campanas y globos blancos que se perdían en un cielo estrellado, fueron los protagonistas de una celebración que recién comenzaba.
Y así con espíritu de fiesta continuamos con el Mes de María, Adviento y Navidad. Todo era alegría pero al igual que en 1914 esta fiesta tendrá héroes y al parecer, y como nos ha mostrado siempre la Divina providencia, los jubileos no eran solo de fiesta sino también de entrega.
Fue así que días previos a la Navidad y en forma muy inesperada nos dejó Maruja, auténtica y predilecta hija de la Mater. Su vida entera se la entregó apostólicamente al Movimiento. Como dirigente formó y guio a tantos y tantas para que conocieran este tesoro. Siempre dispuesta, con una sonrisa en sus labios y presta a servir en lo que le pidiéramos. En el último tiempo la veíamos todos los domingo, después de la misa, entregando la imagen de la Virgen Peregrina a quien quisiera llevarla a su hogar para acompañar algún acontecimiento importante o algún dolor familiar.
En forma multitudinaria la familia se volcó al Santuario a despedirla y allí estaba ella, en el mismo lugar en que domingo a domingo celebraba alegremente la eucaristía, presta como siempre a seguir haciendo la voluntad de Dios.
Ese mismo día despedimos en el Santuario a otro hijo de la Mater, antiguo miembro de la Juventud Masculina y hoy activo de la Rama de Hombres, pionero de tantas iniciativas apostólicas y misioneras. Después de una enfermedad muy dolorosa dando un testimonio de entrega y fortaleza inigualable, y muy joven aún, Rony nos dejó.
Y el día de la Epifanía Dios nos sorprende nuevamente llevándose a su lado a Anita, estrella luminosa y alegre también de los tiempos de la juventud de los años 70 y 80. La misma que hace un par de meses fue la elegida para llevar al altar el pan y el vino en el ofertorio de la misa de inicio del Jubileo y que todos los jueves llegaba al Santuario riendo y cantando a acompañar al Santísimo.
Sin lugar a dudas ha sido fuerte y doloroso. Los que con tanto júbilo celebramos en octubre, hoy estamos ahí junto a los Hermanos de Alianza que nos dejan, inundados en lágrimas de dolor y desvalimiento.
Podría seguir dando mil detalles de cada uno de estos hijos predilectos y de los acontecimientos mágicos que surgieron en torno a ellos, pero quiero hacer una reflexión a la luz del misterio de Schoenstatt. A pesar de lo triste de los momentos vividos podemos constatar con alegría que el ser familia es de verdad, que los vínculos de la Alianza de Amor son reales, que se experimenta ese dolor compartido a la luz de la esperanza y que es la Mater la que a través de la unión de corazones que un día sellamos con Ella la que nos conducirá directamente al Padre Dios. ¡No cabe ninguna duda de aquello!
El ver ese grupo de vida como, tomadas de la mano y cantando las canciones de antaño que las acompañaron en tantas jornadas despedían a la primera que las dejaba. Que sus Hermanas de Alianza estuvieran rezando con ella en el mismo momento que el Señor la llamó a su casa, y que la Providencia permitiera que su primera Hermana Asesora la acompañara a partir, creo que es un regalo que no tiene precio.
Todos ocupados en hacer de este dolor una gran esperanza especialmente para los hermanos que no comparten nuestra fe, pero si, el cariño por los que nos dejan. El testimonio de amor que brotó espontáneamente de cada uno de nosotros dejó una huella profunda en muchos hermanos que no nos conocían y que acompañaron a nuestros héroes en su partida. Los asesores en la gran misión del acompañar previo a dar el gran paso como también tratar de transmitir el sentido a los familiares consternados. No es evidente en esto días, en que todos corren por regalos, fiestas, cotillón, vacaciones , etc., que un grupo tan numeroso y variado de gente demuestre tanto amor genuino. Ser el uno en el otro, con el otro, y para el otro, en el corazón de Dios es lo que naturalmente pudimos observar en estos episodios tristes pero a la vez alegres constatando una vez más que no estoy sola y que Dios me regaló una familia espiritual que estará conmigo aquí y en la eternidad.
El acontecer de nuestra historia siempre ha sido heroico. Acá en Valparaíso tenemos el potente testimonio de nuestras fundadoras de Schoenstatt en Chile. Ellas creyeron sin ver, entregaron su vida por la liberación de nuestro Padre del Campo de Concentración de Dachau y como ellas, cada uno de nuestros(as) pequeños(as) héroes, desde su propio testimonio y legado, seguirán forjando la historia sagrada de este maravilloso camino de santidad que decidimos libremente recorrer juntos.
Somos hijos de la guerra y como tales debemos estar preparados para todas las batallas especialmente para la última y más importante, el viaje al Schoenstatt eterno.
¡Gracias por todo pequeños (as) congregantes héroes!

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