Partida del Padre Ernesto Durán a la Casa del Padre

EL PADRE ERNESTO DURAN DIAZ Reseña de su Vida Sacerdotal en el día de su partida a la casa del Padre. Hace unos instantes, hoy 7 de Enero, falleció el Padre Ernesto Durán Diaz, el primer schoenstattiano chileno y uno de los Fundadores del Movimiento en Chile a la edad de 94 años. Era seminarista diocesano cuando conoció providencialmente a un padre pallottino y entró a esa comunidad, siendo enviado a proseguir sus estudios en Alemania. Ahí conoció al fundador y el Movimiento y se hizo schoenstattiano en la década del 30; es por eso el primer schoenstattiano chileno. Volvió a Chile en plena segunda guerra mundial no sin antes tener problemas con el régimen hittleriano. Perteneció a la segunda generación de pallottinos schoenstattianos alemanes, la generación del Cenáculo. Fue ordenado sacerdote en 1942, iniciando su trabajo sacerdotal en ...

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EL PADRE ERNESTO DURAN DIAZ
Reseña de su Vida Sacerdotal en el día de su partida a la casa del Padre.

Hace unos instantes, hoy 7 de Enero, falleció el Padre Ernesto Durán Diaz, el primer schoenstattiano chileno y uno de los Fundadores del Movimiento en Chile a la edad de 94 años.

Era seminarista diocesano cuando conoció providencialmente a un padre pallottino y entró a esa comunidad, siendo enviado a proseguir sus estudios en Alemania. Ahí conoció al fundador y el Movimiento y se hizo schoenstattiano en la década del 30; es por eso el primer schoenstattiano chileno. Volvió a Chile en plena segunda guerra mundial no sin antes tener problemas con el régimen hittleriano. Perteneció a la segunda generación de pallottinos schoenstattianos alemanes, la generación del Cenáculo.

Fue ordenado sacerdote en 1942, iniciando su trabajo sacerdotal en ... el Colegio Federico Errázuriz en Santa Cruz, Colchagua. Ahí conquista a uno de los primeros jóvenes chilenos para el Movimiento, el actual padre Rafael Fernandez de Andraca. Posteriormente es trasladado a Santiago donde ejerce su apostolado en diversas capellanías, entre ellas la Acción Católica de Jóvenes.

En 1950 comienza la formación de grupos juveniles bajo su dirección espiritual en el Movimiento de Schoenstatt, y logra conquistar a numerosos y valiosos jóvenes universitarios, entre ellos la mayor parte de los actuales Padres de Schoenstatt de la generación fundadora chilena. Junto a San Alberto Hurtado ha sido uno de los sacerdotes más fecundos en vocaciones sacerdotales en la historia de la Iglesia chilena.
Forma una legión grande de universitarios, que fueron la base de las numerosas vocaciones sacerdotales que suscitó.

A mediados de los 50 se desatan controversias pedagógicas, sobre la estructura del movimiento y sobre la Misión del 31 de Mayo entre él y el Padre Benito Schneider, que dan origen a la división con que fue probada nuestra fundación en sus comienzos. En 1960, a mediados de Diciembre, parte de Chile y trabaja primero algunos años en Argentina y luego durante más de 30 años en Nueva York. A fines de los 70 se sale de los Pallottinos e ingresa al clero de la diócesis de Brooklyn. Hace un fecundo trabajo parroquial en esa zona de Nueva York, y vuelve a Chile a comienzos de los 90. Aquí en Chile vive una vida retirada y tranquila, recibiendo en su departamento de Providencia a las personas que querían conversar con él, confesarse y dirigirse espiritualmente.

El Señor a través de su vida nos hizo grandes regalos.

Destacaría tres aspectos:

Primero, la gran conciencia de ser el precursor. Sentía una gran identificación con San Juan Bautista, y proféticamente en su santo de ordenación hace alusión a ello. El intuía que su labor sería sólo preparar los caminos y anunciar al que vendría, es decir sus hijos, para la creación y consolidación del Movimiento. La figura del Bautista como preparador de caminos, pero también la figura del Bautista como un hombre recio, que se auto exigía a sí mismo, sobrio y sencillo, pero también con fuerza profética, anunciador del reino y la conversión y cambio de las personas. También sentía que era un precursor de la Misión del 31 de Mayo. Nadie como él se entusiasmó por la misión y la transmitió a sus hijos. Sus pláticas del 31 de Mayo eran profundas y hermosas, y sobre todo arrebatadoras. El fue el gran apóstol del 31 de Mayo, y mucho de lo que descubrió: la importancia de los santuarios filiales, la necesidad de la inculturación de Schoenstatt, para dejar de ser únicamente alemán y convertirse en un movimiento universal, le costaron hondas incomprensiones y malos entendidos. Es cierto que también dio batallas por cosas estructurales, que no iban en el meollo de la misión, y sobre las cuales no tenía razón (los "grupos de vida" como comunidades permanentes en el orden organizativo), pero algo de fondo había en ellas que perdura: la importancia de los vínculos de amor, se deben conservar siempre, estemos donde estemos, y nuestros hermanos de grupo de juventud, aunque pasemos a otras comunidades, serán y los querremos como hermanos de grupo para siempre.

En segundo lugar, la transmisión fecunda, perseverante y honda del amor a María como camino hacia la plena comprensión vital de Cristo. La Alianza para él, era algo vivo, permanente, y el arraigo al Santuario, una herencia para sus hijos espirituales que nos acompañó siempre. Nuestro padre fundador dijo en una ocasión: "pocos han comprendido y anunciado la proyección existencial de la Alianza de amor como el P. Ernesto". Sus retiros de la década de los 50, con todo el tono de ése período van a ser, ahora que ha partido, un redescubrimiento espectacular de las dimensiones enormes de la Alianza de Amor en la vida personal y comunitaria.

Lo tercero, el Padre de las misericordias. Nos hizo entrar a todos los de esa época, en las dimensiones insospechadas del amor misericordioso de Dios. Nos hizo dar vuelta nuestra antigua conciencia católica de que "tenemos que portarnos bien, para que Dios nos quiera", por la nueva consigna: "porque Dios nos quiere, entonces como respuesta nos portamos bien". Valoraba enormemente el sacramento de la penitencia al cual le dedicaba innumerables horas. Sabía que ahí, en la fuente de gracias en que se recibe el perdón de Dios, había un sacramento del Padre, que nos renovaba en nuestra conciencia de hijos, y a través de sus consejos, comprensión y acogida, sentimos el amor misericordioso de Dios en nuestras vidas.

Ha partido un pilar de la fundación de Bellavista y del Schoenstatt chileno. La historia, con más objetividad que nosotros, pobres mortales mirando el corto plazo, recogerá su inmenso legado a la Iglesia y a Schoenstatt. Detrás de su vida, está el misterio de todos los precursores: una vida de propuestas que generan contradicciones, una vida de cruz silenciosa y una vida de bendiciones.

En su santo de ordenación colocó una frase sacada del libro de Números (Nm 23,20): "he sido enviado a bendecir y no puedo hacer otra cosa sino que bendecir". Ahora desde el cielo, junto a su querida Mater y al Señor a quien sirvió fielmente, podrá realizar en plenitud su tarea de bendecir.

Juan Enrique Coeymans Avaria
Camencha Zabala de Coeymans
7 de Enero de 2011

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