Paternidad sacerdotal

Nuestro Padre Dios ha querido que como hijos suyos podamos sentir y vivir su amor paternal en cada circunstancia de nuestra vida. El Padre de familia se enfrenta a un gran desafío en nuestros tiempos; crisis ante los embates de este mundo que parece alejarse de Dios. Sin embargo, en la confianza de sentirse hijo del Señor, este hombre será capaz de crear ese hogar terrenal para que la familia pueda previvir el hogar celestial.

Domingo 21 de septiembre de 2014 | Vanina Lourdes Chiodi (IPK)

Nuestro Padre Dios ha querido que como hijos suyos podamos sentir y vivir su amor paternal en cada circunstancia de nuestra vida, con cada persona que nos interrelacionamos. Quiere que vivamos en Él, para poder llevar a cabo su plan divino.

Quiere que en los hogares podamos percibir su amor infinito, dejándonos llevar por su conducción para forjar Familias a Imagen de la Sagrada Familia.

El Padre de familia se enfrenta a un gran desafío en nuestros tiempos. Crisis en su personalidad ante los embates de este mundo sin Dios, que lo llevan cada vez más a separarse de Él, sin poder ver la posibilidad de forjar una familia santa, porque ya no actúa y no educa; en el corazón de Dios. Pero en la confianza de sentirse hijo de Dios, este hombre es capaz de crear ese hogar terrenal para que la familia pueda previvir el hogar celestial.

"Dios es nuestro Padre he aquí la Buena Nueva". (Kentenich, José, En las manos del Padre, Editorial Nueva Patris, Santiago, Chile, 2007, pág. 21)

La alegría de ser hijos de Dios se manifiesta en reconocer su paternidad, revelada por su Hijo Jesús. "Jesús habla del Padre de una manera que contagia entusiasmo, al punto de de que uno de sus discípulos exclama: "Señor, muéstranos al Padre y nos basta". (Kentenich, José, En las manos del Padre, Editorial Nueva Patris, Santiago, Chile, 2007, pág. 22).

Nuestro Padre celestial: omnipotente, creador del cielo y de la tierra; padre universal; presente y providente en cada momento de nuestra vida, en y con cada una de nosotros. Según nos enseña el Catecismo: "Dios es Padre Todopoderoso. Su Paternidad y su Poder se esclarecen mutuamente. Muestra, en efecto su omnipotencia paternal por la manera cómo cuida de nuestras necesidades (cf. Mt. 6, 32); por la pedagogía filial que nos da ("Yo seré para vosotros Padre, y vosotros seréis para mi hijos e hijas, dice el Señor todopoderoso". (2 Co 6, 18); finalmente por su misericordia infinita pues muestra su poder en el más alto grado perdonando nuestros pecados". (Ca I C n. 270).

Al poder vivir las enseñanzas del Evangelio, a través de la razón y de la fe, todo nuestro ser anhela estar en el corazón de Dios, para escuchar en nuestro corazón lo que El quiere obrar por amor.

"Todo lo que el Padre creó, lo creó movido por su amor y según el plan eterno de su sabiduría. En ese plan no solamente señala la identidad de cada cosa, sino también el lugar que debe ocupar en el concierto global y la misión que le corresponde realizar. El Padre se inspiró en el Hijo, que es "primogénito de toda creatura". Es así como hace confluir todo para la gloria de su Amado". (Fernández, Jaime, Un Padre Reflejo del Padre, Nueva Patris, Santiago, Chile, 2011, pág. 66).

Cristo nos revela al Padre, Él trae a la humanidad rasgos de esa paternidad. En Cristo el hombre encuentra el camino para llegar al Padre. "A partir de esa misteriosa incorporación a Cristo que se da por el bautismo, nos hacemos hijos en el Hijo Unigénito. Es un don gratuito que nos hace partícipes de la vida divina. Se trata de un auténtico renacimiento. A esto se le ha llamado filiación adoptiva." ". (Fernández, Jaime, Un Padre Reflejo del Padre, Nueva Patris, Santiago, Chile, 2011, pág. 43).

En su amor bondadoso nuestro Padre celestial anhela que nuestro ser se incline totalmente hacía Él. ¿Y cómo nos conduce hacía El? A través de su Hijo. Hijo concebido en el seno de la Sma. Virgen, y que creció en una familia terrenal: La familia de Nazareth, reflejo del hogar que Dios quiere regalarnos. Un hogar en el que el padre es reflejo de Dios. "El padre es la cabeza". (Kentenich, José, Familia Sirviendo a la Vida, Editorial Marben, Argentina- Paraguay, 2013, pág. 24).

¿Cómo el padre de Familia puede educarse y educar en la conquista de ese ideal, la Familia de Nazaret?

El P. José Kentenich dice al respecto: "Al ser esta una época carente de padre, vivimos en una época sin Dios, y sin autoridad alguna. Por eso podemos decir con tanta franqueza que la autoridad paterna, como reflejo de esa autoridad divina, es básica en la familia; sin duda una autoridad fundamental que debe ser reconocida por la madre y debe conquistarse siempre de nuevo. ¿A través de qué se conquista? Mediante una tarea paterna creadora, sirviendo desinteresadamente a la mujer y a los hijos". (Kentenich, José, Familia Sirviendo a la Vida, Editorial Marben, 2013, Argentina- Paraguay, pág. 28). El padre de familia al recibir la gracia del bautismo se injerta en Cristo pasando a poseer la misión de ser Sacerdote, Profeta y Rey. "Participa en el sacerdocio de Cristo, para anunciar las alabanzas de aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su admirable luz".(1 P 2, 9).

El padre de familia encuentra en la gracia de Dios la fuerza inagotable para su tarea como educador. En Él encuentra el reposo, el regocijo, la confianza, la Fe para enfrentar cualquier ataque a su ideal.

Cuán importante es que el padre de familia tenga claro cuál es el Ideal que quiere conquistar, el Ideal al cual dirige todo su ser. Pero cuán importante es encarnar el ideal de su hijo, de su familia. Que pueda superar su propio egoísmo, movido por un amor filial hacia Dios, reconociéndose pequeño, débil, reconociéndose niño; para que pueda tomar el amor de su Padre Dios. Hacer que en su hogar haya atmósfera de Dios. Hacer que cada acontecimiento, cada gesto sea fruto de su amor injertado en Dios.

El padre de familia tiene el desafío ante los distintos planos de la vida, trabajo, amistades, etc. Lograr mostrar a Dios como un Dios Vivo. Un Dios que se preocupa de sus hijos, que está presente hasta en el acto más pequeño, que está vivo en el prójimo.

"Dios les participa- les transfiere- su amor creador, su capacidad de engendrar vida. Por eso estos (los padres) están llamados a ser reflejos y transparentes del Dios Creador para los hijos". Los padres están llamados a traspasar el amor y la obediencia que le entregan sus hijos a Dios, justamente porque ellos lo reciben como representantes suyos". (Fernández, Rafael, Pedagogía Kentenigiana 1, 2014).

¿Cómo llevar esta misión?, ¿cómo hacer vida el anhelo de forjar Familias santas en nuestro tiempo actual?

El P. J. Kentenich nos dice: "La Sma. Virgen nos ha regalado el uno al otro. Queremos permanecer recíprocamente fieles: el uno en el otro, con el otro, para el otro en el corazón de Dios".

El padre de familia debe crear en su hogar una Iglesia Doméstica, en la que cada miembro se siente cobijado en el otro. Donde los hijos unidos por fuertes lazos de amor, ansíen que ese amor esté conducido por un amor supremo, un amor cálido, ese amor que brota del corazón de Dios.

Para que ellos, los hijos, naturalmente con sus actitudes, por las vivencias cargadas de amor, sean portadores de Cristo, sean "otros Cristos". Porque han experimentado vivir en un cálido hogar, donde reconocen que ese lugar le pertenece a María; Educadora y Colaboradora en la obra de la Redención. Ella es quien educa a sus hijos, porque cumple su misión de llevar a los hijos de Dios, en Cristo.

El padre de familia al crear ese hogar preparado para Dios, construye sobre personas sólidas, con carácter, que buscan la perfección en Dios y para gloria suya. "La familia tiene que ser el gran taller de Dios y también un arca donde Dios está presente, y actúe, dónde El sea quien tiene la última palabra". (Fernández, Rafael, Pedagogía de las Vinculaciones, 2014)

Esta Iglesia doméstica debe ser hogar para el mundo, hogar para aquellos que no descubren esa imagen de Dios, pero que sí pueden sentirla reflejada en el padre de familia consagrado a Dios.

El hogar de este padre santo, debe ser morada de los desamparados, morada siempre abierta al servicio del prójimo, morada de los corazones que no pueden llegar al Padre Celestial. Morada de los ideales de quienes Dios le ha confiado.

El hogar del padre de familia debe ser, Santuario Vivo, donde los corazones arden por la transformación en Cristo, arden por luchar por la santidad de sus vidas, dando su Sí, pleno a la voluntad de Dios. Dando su Si victorioso para ser tabernáculo de Cristo. Poniendo su corazón abierto para que éste sea acrisolado, purificado, sea templo de la Sma. Trinidad.

El padre de familia debe ser "piedra viva" para edificación de un edificio espiritual para un sacerdocio santo. (Catecismo de la Iglesia Católica. Librería Juan Pablo II, 1992. 1 P. 2.5).

Es posible ser reflejo del Padre Dios en nuestro tiempo actual, en el hogar familiar. Es posible encarnar el ideal de Padres Santos. Sólo en la presencia de la "paternidad divina, considerada y valorada en su vinculación fundamental y esencial con el Espíritu Santo, con el Hijo Unigénito de Dios hecho hombre y con María, su compañera y Colaboradora permanente y ministerial en toda su obra de redención". (Kentenich, José, En las manos del Padre, Editorial Nueva Patris, Santiago, Chile, 2007, pág. 213)

Bibliografía:

1.CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. Librería Juan Pablo II, 1992

2. KENTENICH, José, EN LAS MANOS DEL PADRE, Nueva Patris, Santiago, Chile, 2007.

3.KENTENICH, José, FAMILIA SIRVIENDO A LA VIDA. Editorial Marben, Argentina- Paraguay, 2013

4.FERNÁNDEZ, Jaime, UN PADRE REFLEJO DE UN PADRE, Nueva Patris, Santiago, Chile, 2011.

5.FERNÁNDEZ, Rafael, PEDAGOGÍA DE LAS VINCULACIONES. Pedagogía Kentenigiana 1. 2014.

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