PROBIDAD, TRANSPARENCIA Y RECHAZO A LA CORRUPCIÓN

Recientemente en la Universidad Católica se inició el segundo Diplomado de "Probidad y Buen Gobierno", cuya motivación es contribuir con políticas públicas que potencien la inserción de Chile al mundo...

| Juan Emilio Cheyre Juan Emilio Cheyre
Recientemente en la Universidad Católica se inició el segundo Diplomado de "Probidad y Buen Gobierno", cuya motivación es contribuir con políticas públicas que potencien la inserción de Chile al mundo y fortalezcan su imagen de país creíble, probo, austero y digno de confianza. Esto se logra con prácticas comerciales serias, respeto a los acuerdos, y mecanismos claros para la resolución de conflictos, lo cual exige apego a valores y evita que un país que parece correcto, sorpresivamente, se transforme en uno poco digno de confianza. Hoy, la buena conducta y la seriedad son grandes activos en las relaciones internacionales y es difícil encontrar actores que sean consistentes con estos criterios.Baste observar el origen de las crisis financieras internacionales o los fenómenos de corrupción que se denuncian, en todas partes del mundo. Tampoco es necesario hacer una lista de las sorpresas en materias de corrupción, falta de probidad o malas prácticas que hemos conocidos en nuestro país. De allí que, estimo, tenemos que trabajar y comprometernos con la tarea de revertir la tendencia y generar una cultura de la probidad y transparencia. Chile quiere alcanzar su meta de país desarrollado y para lograrlo no puede desperdiciar uno de sus principales bienes, el cual es la confiabilidad de instituciones y personas, producto de la certeza jurídica y de la probidad para conducir nuestros vínculos a nivel externo e interno. Para mantener este recurso resulta imperativo asumir la tarea de corregir todo aquello que esté atentando contra él. Se requiere, además de la seriedad y consistencia en la aplicación de un conjunto de normas, la creación de nuevas instituciones y algo vital, que es el mejoramiento de la conducta personal de cada uno de nosotros. En este aspecto es evidente nuestra obligación de actuar como seres humanos verdaderos, es decir, personas que buscan ser dignas en todas sus actividades. Hombres y mujeres en cuyo comportamiento primen principios propios de quienes estamos dotados de la racionalidad- la capacidad de distinguir entre el bien y el mal- así como de un corazón abierto al bien, que debería rechazar el mal. Esta exigencia resulta más fuerte para quienes hemos encontrado en Cristo, el ejemplo a imitar, y más aún, para aquellos que confiamos en Su y nuestra Madre para que nos guíe, acompañe y ayude en los momentos de duda. Algunas formas concretas de seguir este camino son: - Apegarse a la verdad: evitar la mentira, el engaño, o la creación de fórmulas basadas en el perjuicio de otros, para no caer en ilícitos. - Mantener el respeto y amor al prójimo, y no actuar como Madoff, a quien su mala fe, le estaría costando 150 años de cárcel, y a quienes confiaron en él, la pérdida de fortunas o a otros, la falta de seguridad para su vejez como producto de la estafa. - Comprender que el robo no tiene escalas y que es tan grave aquel que se hace en forma directa, como aquel que se realiza a través de complicadas figuras legales, entelequias bursátiles, acuerdos de directorio, estrategias comerciales ilegítimas, aprovechamiento de resquicios legales y mal uso de relaciones personales. Estos también son robos y tal vez, más graves que el de un simple carterista. - El respeto al principio de la igualdad y transparencia, estimo que, en el ámbito público, nos precave de actuar en forma indebida. Es abiertamente ilícito seleccionar a personas, elegir proyectos, u otorgar contratos a aquellos cercanos, en razón del vínculo existente y no del mérito. Debemos evitar entregar beneficios, que en el fondo nos están rindiendo frutos a nosotros o a nuestros cercanos, y no a aquellos a quienes debemos favorecer o a los que representamos. En fin, la lista es larga, y se trata de acciones personales basadas en las normas de conducta adecuadas y para los cristianos, en los mandamientos y en la doctrina de la Iglesia. Aplicar, en la dimensión de cada cual, estos criterios, estimo que es una de las mejores formas para combatir la corrupción, generar confianza y alcanzar índices de probidad y buen gobierno que son vitales para nuestro desarrollo y crecimiento como país.
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