¿Problema Mapuche?

Vivo en Temuco hace unos diez meses y muchos amigos me preguntan desde Santiago cómo se vive acá el "problema mapuche". Yo les digo tranquilamente que la ciudad es muy serena, que la gente es amable,

| Padre Enrique Grez Padre Enrique Grez

Agosto 2009

Chile

Vivo en Temuco hace unos diez meses y muchos amigos me preguntan desde Santiago cómo se vive acá el "problema mapuche". Yo les digo tranquilamente que la ciudad es muy serena, que la gente es amable, que no se sienten disparos ni grandes movilizaciones. Sin embargo los hechos de los últimos días nos han conmovido: heridos, incendios, tomas, bloqueos y una persona fallecida no nos dejan con la conciencia tranquila. ¿Qué es lo que está mal?

Con la disyuntiva de ser tachado de cura que se mete en política, me atrevo a hacer algunos comentarios que abran a una discusión más madura. La comodidad del silencio es irresponsable. No hay aquí soluciones, mal las podría dar yo, que a duras penas comprendo mi propia cultura. Así y todo nuestra cultura occidental, guiada por la fe en Cristo, nos ha legado una serie de valores que para nosotros están estructurados en instituciones y comunidades. Destacan entre ellas el respeto irrestricto a la persona, la compasión activa ante el desprovisto, el cultivo de la paz social que no siempre llega a puerto, pero que es vista como un destino maravilloso. Mal llamados seríamos cristianos si no tuviéramos estos temas como el centro desde el cual se generara un discurso sobre el tema mapuche. Lamentablemente no es así y a menudo priman los prejuicios, las heridas mal cerradas y el resentimiento.

En la base hay un problema más serio y es que, si bien nuestra cultura chilena se siente orgullosa de sus alcances e instituciones, éstas no responden a la manera original de ser del pueblo mapuche. Queremos que sean chilenos a nuestro modo, pero no les preguntamos si ellos quieren eso. ¿Por qué habrían de estar obligados a incorporarse a nuestro tren de desarrollo? Sin duda, como miembros de nuestra patria, se merecen las oportunidades educacionales y los beneficios sociales que estamos dispuestos a darles, pero no basta con eso para considerar sanadas las heridas de siglos. Creemos que con leyes se solucionan injusticias, pero estamos lejos de una solución si apenas conocemos la realidad sociológica que viven. Hoy ya no son sólo un conjunto de tribus que viven en la Araucanía con una cultura propia. ¿Qué decimos cuando decimos mapuche? ¿Quiénes son hoy? Nosotros no lo sabemos, los periodistas tampoco están muy informados, apenas los estudiosos nos dicen algo con sentido.

No me atrevo a decir qué es lo que falla. Por otra parte, sentimos como injustos los ataques incendiarios, los actos vandálicos, la intromisión de extranjeros y políticos de extremos. Sin duda se trata de un problema, y de uno no menor. ¿Pero es un problema de los mapuches? Yo diría que es un problema de todos. Y no dejará de serlo si no hay escucha mutua, atención a las diferencias y similitudes, conciencia de los errores de cada uno en el camino emprendido. La mayor responsabilidad es de quien ostenta las capacidades de poner medios para la justicia, pero cada uno debe hacer su examen de conciencia. En todo este asunto hay historias personales de unos y otros. La "ley de la vida no vivida" nos enseña que si no se atiende a tiempo a las inquietudes de una edad, terminan por explotar con fuerza más tarde, y probablemente eso es lo que estamos viendo hoy. El Obispo de la zona ha llamado al diálogo, está pidiendo lo más difícil, pero es lo único que puede evitar el pantano de la violencia a nuestra región.

Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs