¿Qué me puede entregar la Iglesia que no lo pueda yo mismo encontrar?

En cada uno de nosotros existen diferentes, profundas y misteriosas búsquedas. Ellas son las que mueven nuestra alma, nos movilizan interiormente y nos conducen a actuar. La Iglesia es el camino que Jesucristo nos entregó para revelarse a nosotros y para encontrarnos con Él. El testimonio, la enseñanza, la proclamación de la Palabra y, en forma muy especial, los sacramentos, nos hacen presente a Dios en medio nuestro y llegan a nuestro corazón y a nuestra inteligencia.

| José María Fuentes José María Fuentes

 

En cada uno de nosotros existen diferentes, profundas y misteriosas búsquedas. Ellas son las que mueven nuestra alma, nos movilizan interiormente y nos conducen a actuar.

La búsqueda es algo esencial para encontrar respuestas y sentido. Si no busco, no encontraré.

Hay búsquedas para las cuales la Iglesia no es el lugar adecuado. Por ejemplo, entre otros, el rendimiento deportivo o el conocimiento del mundo físico y biológico.

¿En qué búsquedas la Iglesia me puede entregar algo que sea de valor para mí?

En el encuentro con Dios en mi vida. Dios está presente siempre en mi vida; me creó y me acompaña todos los días. ¿Cómo tomo conciencia de su presencia y cómo me encuentro con Él? La Iglesia es el camino que Él mismo nos entregó para revelarse a nosotros y para encontrarnos con Él. El testimonio, la enseñanza, la proclamación de la Palabra y, en forma muy especial, los sacramentos, nos hacen presente a Dios en medio nuestro y llegan a nuestro corazón y a nuestra inteligencia.

Nos ayuda en buscar el sentido de la vida. Todos los que buscamos, tenemos siempre presente la pregunta por el sentido de la vida; tanto de ella en su conjunto como de los pequeños, medianos y grandes hechos que suceden en ella, especialmente aquellos más duros y de difícil comprensión y aceptación. La Iglesia nos ayuda, a cada uno, a encontrar su sentido en la voluntad de Dios y en el encuentro con el Señor y la Virgen María que peregrinan, solidaria y amorosamente, junto a nosotros a lo largo de nuestra vida.

En la formación de una comunidad con otros. Todos nosotros necesitamos de los demás. La Iglesia nos regala formar una comunidad con aquellos que siguen al Señor y que quieren prolongar su presencia en el mundo de hoy, tanto a nivel social como en la vida de todos los días. Esta comunidad está formada por algunos que están en el cielo (y que nos acompañan en nuestro camino) y por aquellos con los que la formo día a día aquí en la tierra: los amigos de mi comunidad cristiana, familiares, algunos de mis compañeros de trabajo, personas a las que me siento unido por su acción de bien hacia la comunidad, etc. La búsqueda no es solitaria, está rodeada de hermanos, en que la relación personal con ellos, que nos regala alegría y plenitud, es parte de lo que encontramos.

Siempre puedo buscar solo, pero eso significa que pierdo la riqueza que Dios me regaló para encontrarme con Él, con la creación, con el sentido de la vida y con otros (para formar una comunidad de corazones) a través de la Iglesia.

Estas son sólo algunas de las cosas que la Iglesia nos puede entregar.

Por otro lado, los que nunca buscan y solo repiten o realizan lo que otros les dicen, nunca encontrarán.

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