Se ha desperfilado el rol familiar

        La filósofa Carolina Dell' Oro se ha convertido en una conferencista obligada de instancias académicas, empresariales y de mujeres. Decir que su tema es la mujer y el trabajo sería un poco simplista, tampoco es la familia o la educación por sí sola. Lo suyo es una reflexión profunda sobre la sociedad en que estamos viviendo y que da cuenta de las necesidades de las personas, más que de las mujeres o los hombres. Consultora de la empresa de asesoría educacional Paideia, consejera del Hogar de Cristo, del círculo de Recursos Humanos de Icare y docente de la Universidad de los Andes, por años su trabajo estuvo circunscrito a un ámbito más privado. En forma creciente su mirada ha ido tomando protagonismo y desde 2003 ha sido elegida entre las "100 mujeres líderes" en el ranking que elabora anualmente Economía y Negocios de El Mercurio junto a Mujeres Empresarias. A continuación ,María Paz Lagos V, peridista, nos muestra esta entrevista don de nos hace un diagnóstico sobre que, "Se ha desperfilado el rol familiar".    

| Carolina Dell¨Oro Carolina Dell¨Oro

 

En esta entrevista hace un diagnóstico de la mujer actual y su primera apreciación "es que la mujer ha conquistado espacios importantes y, fruto de mucho esfuerzo, ha logrado conjugar su vida familiar con el desafío de entregar su aporte al mundo social", dice. Sin embargo, cree que la inserción de la mujer al mundo del trabajo ha tenido un alto costo social. "Mi primer diagnóstico es esta baja de la natalidad. No es que la mujer no quiera tener hijos, sino que la sociedad no se ha hecho cargo de apoyar esta inserción de la mujer en el mundo social". Un segundo signo de alarma lo ve en la pérdida de habilidades básicas que se aprenden en la familia. "Estamos viendo a jóvenes que no asumen su rol de trabajadores, que no se sienten capaces de enfrentar el mundo que los rodea a pesar de tener un desarrollo intelectual altísimo, mujeres que no se sienten capaces de asumir un proyecto familiar, y eso es porque no le hemos dado las bases en los minutos adecuados para que tengan una autoestima verdadera. Creo que esos son signos preocupantes", señala.

A juicio de Carolina, casada y con seis hijos, hoy existe un "desperfilamiento del rol familiar" que parte en el momento de que se habla del rol familiar como un rol privado. "No hay acto más público que educar un hijo. Cuando se dice que la mujer que trabaja en la casa, no trabaja sino que se queda en la casa, es un signo peyorativo. Si la sociedad va a validar a la mujer sólo porque trabaja fuera de su hogar, ¿qué pasará con todos esos niños? A mi manera de ver, hoy los grandes discriminados son los hijos".

- ¿Es partidaria de que la mujer vuelva a la casa?

- No. Evidentemente la pregunta no es si la mujer tiene que volver para atrás, el tema es que tenemos que hacernos cargo de un cambio social que supone una nueva mirada, y esa nueva mirada supone la integración de la familia. No se trata de que el hombre lave tantas camisas como la mujer, es mucho más complejo que eso. Se trata de ver cuáles son las especificidades de cada uno y el aporte creativo de cada persona.

- ¿Cree en los roles masculinos y femeninos?

- Más que roles, que es una cosa muy externa, existen miradas. En ese sentido es necesaria la mujer en el mundo externo, sino ¿para qué? Entonces esas miradas no hay que desconocerlas, sino potenciarlas porque eso es lo que genera riqueza. Hay que entender que lo femenino son condiciones que el hombre también las puede tener. El hombre y la mujer adquieren su identidad en el encuentro con el otro.

- ¿Cómo ve al hombre parado en este nuevo escenario social?

- Diría que hay avances sustanciales en el tema del hombre y es en la conciencia de que el tema familiar no es sólo de la mujer. Eso lo encuentro fantástico. Me encanta lo que está pasando con los hombres jóvenes, hay un compromiso con lo íntimo mucho mayor. Y ante este nuevo escenario social, más que preguntarnos por el rol del hombre o la mujer, tenemos que ver cómo enfrentar este desafío familiar en un entorno distinto. Me gusta hablar de proyecto familiar y todo proyecto requiere potenciar las originalidades de los participantes. Entonces en mi casa no es que yo tenga un rol, tengo una mirada y más que igualar los aportes, hay que potenciar las diferencias. A mí me parece que todo igualitarismo es empobrecer la sociedad en forma espantosa.

Políticas públicas:

No a la ley de cuotas, sí al apoyo familiar

- Ha dicho que la ley de cuotas y la paridad son conceptos anticuados, ¿por qué?

- A mí me parece que la paridad es un retroceso a un proceso natural en que las mujeres han trabajado seriamente por poder entregar su aporte social. Se trata de una reivindicación artificial y creo que los procesos no se pueden artificializar, porque se desvalorizan. Se pueden generar consecuencias serias, como la desconfianza frente al trabajo de la mujer y reacciones muy contrarias.¿A cuántas mujeres le interesan los puestos de poder? Hoy lo único que pide la mujer cotidiana es conciliar.

- En ese sentido, ¿qué le parece la solución de ampliar la cobertura preescolar para que entre otras cosas las madres puedan salir a trabajar?

- Es un hecho real que muchas mujeres tienen que salir a trabajar y necesitan que las ayuden con sus hijos, pero la pregunta es hasta qué punto yo puedo incrementar la cobertura y no perjudicar las relaciones personales de un hijo con sus padres. No puede ser que un niño pase todo el día en la sala cuna, porque los lazos personales no pueden ser reemplazados por lazos institucionales. Me parece que la medida de la sala cuna es buena y necesaria, pero con un tiempo determinado. No puede ser que un niño entre a las 7 de la mañana y lo vayan a buscar a las 8 de la noche cuando está durmiendo, porque se está haciendo un daño social grave. Por eso es importante la flexibilidad de horario, las jornadas de trabajo compartido. Esas son soluciones muy conciliadoras que reconocen que la mujer necesita salir a trabajar, pero reconoce también esta otra labor fundamental de mamá. Ese es el tema del que tenemos que hacernos cargo.

- ¿No cree que ha habido un cambio al menos en la cultura empresarial en términos de mayores políticas de conciliación entre el trabajo y la familia?

- Ha habido un avance, pero sólo a nivel de actividades. Hay mayor prestación de servicios a las mujeres en algunas empresas grandes y muy específicas, pero en la gran mayoría no existe ese cambio. Mi preocupación es si este cambio se va a ampliar a otras empresas más chicas, y eso se podrá hacer en la medida que haya un apoyo de políticas públicas o sociales que permitan conciliar estos dos mundos.

- ¿Cuál debería ser el foco de esas políticas públicas o sociales?

- Primero hay que analizar cuáles son los núcleos y la familia es un núcleo. Lo propio de la familia es un ambiente de gratuidad, te quiero porque existes, no por como eres. Toda mirada antropológica que esté referida sólo al yo y no al encuentro con el otro termina generando una sociedad enferma, con un conjunto de individuos que se topan pero que no se encuentran. Creo que es el gran drama de hoy y el de toda sociedad que no promueva esta base nuclear que es la familia.

- ¿Se refiere sólo a la familia tradicional: papá, mamá, hijos?

- No. La familia naturalmente es un hombre y una mujer que establecen una comunidad, pero sin duda tenemos que asumir que las familias no siempre funcionan, que tienen problemas. Tenemos que hacernos cargo de esa mujer monoparental y de ese hombre que está solo con sus hijos, y tratar de gestar la misma gratuitad. La experiencia de ser aceptado porque existo me permite inmediatamente aprender a darme y a ser recibido. Esa experiencia yo creo que hoy está muy débil y hay que fortalecerla con políticas públicas.

- Entonces, ¿a su juicio las políticas de conciliación más que ayudar a la mujer tienen que ser orientadas a la familia?

- Bueno, aquí viene mi deformación filosófica, me haría una reflexión de cómo ayudar a la persona. Siempre estamos entrando por las puertas laterales, la mujer, el hombre, el trabajo, si al final hay un núcleo central que es la persona. Ahora el desarrollo de una persona pasa por la familia, por el trabajo y vivimos en una sociedad en que hemos ido disgregando los ámbitos. Hoy los hechos hablan de que esta disgregación no resiste más y que es necesario hacer una mirada orgánica que mire que delante mío hay personas. La pregunta es cuáles son las políticas que pueden desarrollar mejor a las personas.

Ayudar a ser padres

- Usted dicta charlas en colegios, ¿no cree que los padres se sienten un poco confundidos respecto a cómo educar en la sociedad actual?

- El gran problema de la educación de los hijos de hoy es que los padres de familia estamos educando en un tiempo completamente distinto al cual fuimos educados, y los seres humanos actuamos por referentes. Estamos perdidos, confundidos, entonces el segundo paso es ayudar a la familia a ejercer su labor educativa. Hoy existe una gran ganancia y es que el hombre se ha ido insertando en el mundo familiar, entonces tenemos que tener estrategias familiares porque no se puede educar con los referentes.

- ¿Hay que borrar del disco duro esos referentes?

- Hay que distinguir lo que son los principios de lo que son las conductas. No tengo por qué renunciar a los referentes respecto a los principios fundamentales de la persona humana, pero el modo de cómo hacerlo, que es la virtud de la prudencia, es distinto. Uno tiende a repetir patrones, no le funciona y se va produciendo una frustración que debilita mi confianza en educar, entonces empieza la culpa y después el miedo.

- ¿Qué le diría a los papás?

- Primero, que uno no nace en tiempos equivocados. Hay que desmitificar el mundo horroroso. Este es un mundo fantástico, lleno de posibilidades, de desafíos, pero como es muy cambiante requiere de reflexiones claras y profundas. Hoy no podemos educar desde la opinión, tenemos que educar desde la convicción. Eso es mucho más esfuerzo que hace 40 años. Se requiere una reflexión mayor respecto a la educación de los hijos y es porque el mundo de hoy te exige una cierta tensión creadora. De alguna manera estamos siempre medio descolocados y eso o te genera un miedo terrible - y me reduzco a ghettos y mundos privados- o bien lo asumo como una posibilidad maravillosa de crear.

- ¿Dónde cree usted que los padres deberían afianzar sus convicciones?

- En los centros de padres de los colegios y las empresas tiene que haber un apoyo súper fuerte a la paternidad. Hay empresas que tienen ciclos de apoyo a los papás y el efecto es fantástico. Cuando una empresa le ayuda a una madre o padre a mejorar en la educación de sus hijos, mejora como persona y se le genera un sentido de pertenencia con ese lugar de trabajo.

María Paz Lagos V.

 

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