Segunda Vuelta: Elecciones Presidenciales en Chile

El bombardeo de propaganda electoral, a sólo días de la segunda vuelta, da luces de que ahora se coloca toda la carne sobre el asador. Se comprende la efervescencia por ganar votos, pero a veces pienso que es demasiado. En fin, son las ventajas y desventajas de un país pequeño. Ventajas, ya que son cada vez más los que ...

| P. Hugo Tagle P. Hugo Tagle

El bombardeo de propaganda electoral, a sólo días de la segunda vuelta, da luces de que ahora se coloca toda la carne sobre el asador.

Se comprende la efervescencia por ganar votos, pero a veces pienso que es demasiado. En fin, son las ventajas y desventajas de un país pequeño. Ventajas, ya que son cada vez más los que se involucran en el proceso democrático, donde la gente de la calle siente -se le ha hecho sentir- que su participación es importante. Y desventajas, por el martilleo mediático que todo esto supone. Pero es el costo de hacer participar a los más escurridizos.

Rescato algunos puntos de este proceso y del debate que ha despertado. Por de pronto, aplaudo la mayor participación ciudadana. Muchos más han caído en la cuenta que la patria la construimos entre todos. Creo que hemos sobre-acentuado los derechos ciudadanos, desentendiéndonos de los deberes que comporta el vivir en comunidad. Y el primero de ellos es el elegir a nuestros representantes. Lamento que algunos aún se marginen de este deber y lo endosen a una anónima mayoría, con la displicencia de quien se siente dueño de la verdad y está por sobre todas estas “menudencias políticas”. Las críticas a la democracia se vuelven contra quienes las hacen. Revelan debilidad, incapacidad de elaborar argumentos convincentes que disuadan al otro sin forzar ni imponer. La mayor participación, en cambio, la disciplina en la forma de abordar las elecciones, son señas de una voluntad de querer construir un país más participativo e incluyente, en que cada uno aporta lo suyo y donde nadie sobra. Es de esperar que el próximo gobierno tome nota de este sentir mayoritario.

Lamento sí, el camino de las descalificaciones y las posturas extremas que se escuchan en parte de los discursos políticos. El ciudadano corriente busca el acuerdo, el reconocimiento de la verdad del otro, la inclusión, y no el juicio lapidario, fatalista y condenatorio al que nos han mal acostumbrado algunos personajes públicos que aún pululan por las tribunas políticas. Cualquiera sea el gobierno próximo, estará obligado a asumir parte de las posturas del grupo contrincante. Si se mira bien, buena parte de las diferencias en las propuestas para abordar temas como desempleo, manejo fiscal, educación, pueden aminorarse.

Pero, y siguiendo con la lectura positiva de este proceso, subrayo el acuerdo en grandes temas nacionales, como son la búsqueda de mayor equidad, el cambio en la educación, la delincuencia, la salud e, incluso, el fortalecimiento de la familia a través de ayuda a las madres, apoyo a familias numerosas, subsidios escolares e infantiles. Con esto, la percepción de los así llamados “temas valóricos” dejó de reducirse a los meramente sexuales, para incluir una gama más amplia de problemas que igualmente tocan al hombre en su totalidad.

Ahora bien, la preocupación por la pobreza, la educación y el trabajo debe ir aparejada con el fortalecimiento de la familia. Por relamido que resulte, toda política pública que aspire a ser exitosa debe tener como centro ese criterio. Pues nada. A cumplir con gusto el deber cívico este domingo.

Padre Hugo Tagle

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