SORPRENDIDOS POR LA ALEGRÍA

Faltan pocos meses para que el Jubileo sea fiesta. ¿Qué fue de la primavera de Schoenstatt con la que venimos soñando desde hace tanto tiempo? Mirando hacia el 2014 nos dispusimos a dar, a regalar como nuevos fundadores, nuestros aportes al Capital de Gracias de manera heroica, plasmando una cultura de alianza. Pero también nos dispusimos a recibir, queríamos dejarnos sorprender por el amor de nuestra contrayente, la Mater.

| P. Enrique Grez P. Enrique Grez

He aquí que el 2014 ya llegó, y hace rato. Ya van a quedar seis meses para que el Jubileo sea fiesta. ¿Qué fue de la primavera de Schoenstatt con la que venimos soñando desde hace tanto tiempo?

En primer lugar, y con la distancia que dan los años, contemplamos el encuentro de representantes del 2009 y vemos con qué fuerza surgió una palabra que concentraba las emociones frente al jubileo de fundación: ALIANZA de AMOR. Siento que ese es quizás uno de los regalos más grandes que hemos recibido desde la partida de nuestro Padre Fundador: La conciencia de que ahí está el núcleo de nuestro carisma. Alguien podrá decirnos que es un poco básica la afirmación; faltaba más, los schoenstattianos descubren que su categoría determinante es la Alianza. Pero no deja de ser reconociendo la riqueza de nuestra federatividad, la variedad y originalidad de cada comunidad y sus miembros, la diversidad de los frutos de la gracia en 100 años, no es poco llegar a afirmar que como familia nos constituye no sólo una frase o palabra sino una vivencia común, por la cual nos reconocemos hijos de María, unidos a un lugar de gracias y a la profecía y paternidad de un Padre que nos envía a una misión de humanismo evangélico que quiere proyectarse universalmente.

Así nos fuimos incorporando a una lenta pero potente corriente de gracias, expresada en un triduo marcado por tres protagonismos que han empapado la vida de las familias locales y nacionales: el Padre, el Santuario, la Misión. Muchos pequeños frutos fueron surgiendo, sobre todo algunos como el antes señalado: aspectos centrales que siempre estuvieron ahí pero que fueron ganando centralidad. A veces lo más sencillo está escondido, y oculta un don inmenso.

Mirando hacia el 2014 nos dispusimos a dar, a regalar como nuevos fundadores, nuestros aportes al Capital de Gracias de manera heroica, plasmando una cultura de alianza. Pero también nos dispusimos a recibir, queríamos dejarnos sorprender por el amor de nuestra contrayente, la Mater. En aquello estábamos cuando empezamos a soñar con poder celebrar el jubileo en el Santuario Original. Más nos entusiasmábamos y más lejos parecía el sueño. Cuando ya todo parecía perdido, cuando abundantes súplicas se cansaban de clamar al cielo, de pronto una noticia que parece milagrosa: hemos recibido un regalo... el Santuario ha sido regalado por los pallottinos. Nos parecía soñar, el Señor cambió la suerte de su pueblo (Cf. Sal 125). La noticia nos remeció; por todas partes la familia se reunía cantando de alegría por esta generosidad de todos, de la Mater, de los pallottinos, de todos los que ofrecieron por esta causa. La noticia dio la vuelta al mundo, el hogar se llenó de alegría jubilar.

Cuando entramos de lleno al 2014 no podemos hacer como si ahora viniera el plato principal y tuviéramos que prepararnos para hacer muchas cosas, una sola es importante: hemos recibido un regalo. Sí, lo esencial, como en el momento de fundación, es la gracia, lo que recibimos. Que los quehaceres del jubileo no nos saquen del centro; no apartemos demasiado pronto de nuestra mirada el que hemos sido obsequiados, bendecidos. En esto nos hace bien un poco de "stop science", sabiduría del detenerse, para agradecer como es debido, para darnos cuenta de que quien recibe, para ser fecundo, debe atender a lo que está ocurriendo.

Podremos seguir con nuestros propósitos y proyectos, hacer y dar muchas cosas, aportar con dinero y sacrificios, pintar lienzos y gritar fuerte, pero si nos olvidamos del amor que el Padre Dios nos ha tenido como Familia, al regalarnos la Alianza de Amor, expresada este año en el don del Santuario Original, estaremos siendo simplemente buenas personas y unos voluntaristas de mucho cuidado.

Sí, nos sorprendió el amor derramado; sí, estamos sorprendidos por la alegría del evangelio que vuelve a florecer en Schoenstatt. Eso le queremos llevar al Papa Francisco a Roma nuestra conciencia de que todo es gracia, nuestra Alianza también.


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