Un abrazo con cariño

  Una meditación sobre lo que significa e implica un abrazo. Una invitación a seguir el ejemplo claro y sencillo del Papa Francisco, quien nos motiva a cobijar especialmente al más necesitado.

| Lucía Zamora Valero. Lucía Zamora Valero.

Desde hace tiempo he querido hablar de lo que para mí significa un "abrazo", y el Papa Francisco en una visita a un hospital en Brasil dijo algo que me emocionó mucho, pues creo que compartimos el mismo sentir. Nos dijo: "Todos hemos de aprender a abrazar al necesitado". Yo le agregaría al hermano, al amigo, a los hijos y a todo aquel que desearíamos tener cerca... ¡muy cerca!...a todo aquel que el latir de nuestro propio corazón le quisiéramos compartir. Para mí un abrazo es una dulce cercanía de corazones, es un querer sentir el gozo o el consuelo del otro. Y aunque ustedes no lo crean, como dice el Papa, hay que "aprender" a abrazar, pues para muchos no es fácil, y a pesar de que todos necesitamos de este gesto humano en ocasiones es difícil recibirlo y mucho más ofrecerlo.

En México somos muy dados a demostrar nuestro cariño y afecto. Con un abrazo bien dado (como decimos por acá), y más si le agregamos un beso, el encuentro se convierte en un instante de abandono total en el otro, en un instante de diálogo entre dos corazones. Pero no basta con saber dar un caluroso y apretado abrazo, creo que también es necesario saber recibirlo. Recibir también tiene su magia. Es atrapar, ganar, degustar y por supuesto... ¡disfrutar! Y esto se siente al entregarse a los brazos del otro. Podemos sentir su cercanía en un fuerte apretón,  su agradecimiento en una amable sonrisa, y la presencia de Dios en el encuentro.

Lamentablemente me he encontrado con adultos y niños que jamás han sido tocados con cariño, y cuando uno se acerca a ellos, se quedan quietos, sin saber qué hacer. En ocasiones un leve empujón me dice que no les gusta tanta cercanía. Ahora soy más cautelosa en estos casos. Sin embargo, he visto cómo poco a poco, al sentir el cariño que se les brinda, pueden ir aprendiendo, e ir soltando los brazos y el cuerpo, para que finalmente se entreguen a un hermoso abrazo. Aquí es donde están los necesitados.

Regresando a los diálogos del Papa, tomo un pequeño trozo de una entrevista que le hicieron ahora que estuvo en la JMJ, al preguntarle por qué muchos católicos se cambian de Iglesia. Él hace una reflexión y nos dice que la Iglesia se ha alejado de su gente, y agrega que se olvidó de abrazarla, como una madre abraza a un hijo; se olvidó de alimentarla y de darle lo necesario para crecer. Todo esto lo dijo haciendo un hermoso ademán con sus brazos...se abraza a sí mismo. Este abrazo del que habla Francisco es un abrazo de hechos y acciones, porque también así se abraza: con palabras de aliento, de amor, de comprensión, de esperanza y sabiduría. Las acciones de amor hacia los demás también son abrazos. El trabajar con entrega, el crear para el otro, regalar  una sonrisa, una mirada y  hasta un cariñoso y atinado regaño lo podemos sentir como un delicado abrazo.

Ver actuar al Sumo Pontífice, como lo ha hecho hasta ahora pagar sus cuentas, cargar su maletín, elegir un compacto para que lo traslade, etc.) nos deja perplejos, pero a la vez, nos llena de alegría y entusiasmo, pues esto jamás lo habíamos visto en un Papa. Nuestro Francisco así es: sencillo, así es su naturaleza. Da abrazos de humildad y generosidad. Podemos sentir su amor, con actos puramente humanos, con palabras que nos abrazan como un padre abraza a un hijo,  con ejemplos que se han convertido en el latir de su propio corazón, queriendo sentir el nuestro. Qué alegría sentirse tan cobijados por un hombre como Él, por un hombre que se regala a los demás, así como es...sencillamente humano.

Hace tiempo leí todos los beneficios que trae un abrazo: ¡son muchos! y los resumo de la siguiente manera: "Un abrazo es una pequeña chispa que genera electricidad para llevarla a cada parte de nuestro cuerpo, activando todos los sentidos. Atrapando el exquisito aroma del otro, sintiendo un poco la textura de la piel, escuchando muy de cerca  una voz amable, sin olvidar ese calorcito que, a pesar de ser solo un instante, reaviva todo nuestro ser. Un abrazo es sentir la mirada de Dios". Y cuando todo esto lo recibimos con alegría, nuestro pequeño mundo florece, y se nota en nuestro rostro, en nuestro andar y en nuestro actuar.

 Para finalizar, los dejo con esta pequeña reflexión de Paulo Coelho: "Se dice que cada vez que abrazamos a alguien con gusto, ganamos un día más de vida".  

Un abrazo con mucho cariño....Lucía.

 

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