Una segunda mirada al terremoto en Chile

Todas las columnas y artículos publicados en este sitio a partir del 27 de febrero tratan en su mayoría sobre el mismo tema: el terremoto en Chile.

| Paulina Respaldiza Paulina Respaldiza

Todas las columnas y artículos publicados en este sitio a partir del 27 de febrero tratan en su mayoría sobre el mismo tema: el terremoto en Chile. Y, a mi juicio, es lógico que así sea. Nadie, absolutamente nadie, ha quedado indiferente ante la experiencia vivida y ante los desafíos que todos los chilenos estamos asumiendo desde entonces.

Sentimientos de tristeza e impotencia están latentes en las millones de personas que han perdido a sus seres queridos, sus casas y otros bienes. Han sido impactantes las noticias sobre el terremoto y los posteriores tsunamis que han dado la vuelta al mundo, como también las imágenes de robos y saqueos que han agravado la situación en las zonas más afectadas de Chile.

Entre las historias de destrucción, pérdida, dolor y vandalismo, surgen cada vez con más fuerza momentos de esperanza, de profunda fe y contagiosa alegría, que nos están ayudando a descubrir al verdadero chileno; esos hombres y mujeres que siempre se han caracterizado por su optimismo y espíritu de lucha. Cualidades que marcarán la diferencia para levantar un país profundamente debilitado, no sólo en lo material sino también en el corazón.

Son miles las personas que anónimamente se comprometen día a día a trabajar. La energía y el heroísmo de la juventud que recoge escombros, recolecta alimentos, clasifica ropa, limpia las calles, levanta muros y acompaña a los damnificados. Como periodista, creo que es urgente que los medios de comunicación destaquen con grandes titulares -junto a los reportajes de destrucción- las iniciativas de tantos chilenos y amigos de todo el mundo que nos están recordando el valor de la mirada positiva, de la entrega desinteresada, del verdadero concepto de solidaridad y de la fuerza de la oración.

Hoy urge una segunda mirada de este terremoto... Entre tanto dolor, muchas veces nos cuesta mirar este tipo de situaciones con los ojos de la fe. De todo corazón debo reconocer que me costó "mirar" mi dolor personal (perdí a un amigo muy querido) a la luz de la Fe Práctica, pero les aseguro -con la misma honestidad- que después de abandonarme en los brazos de la Mater mi corazón experimentó otros sentimientos. Los invito a detenernos un minuto y a meditar sobre qué me está diciendo Dios con todo esto. Pero no sólo eso, también debemos darle una respuesta: qué y cómo le vamos a contestar mirándolo a los ojos...

Paulina Respaldiza Ch.
Santiago, Chile
Marzo 2010

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