¿DÓNDE ESTÁ PAPÁ?

Tengo la sensación de que los historiadores del futuro no serán muy caritativos con el siglo XX. La mayoría de los problemas que se plantean en el siglo XIX quedan igual después de dos guerras mundial...

| Pablo Crevillén Pablo Crevillén
Tengo la sensación de que los historiadores del futuro no serán muy caritativos con el siglo XX. La mayoría de los problemas que se plantean en el siglo XIX quedan igual después de dos guerras mundiales, el nazismo, el comunismo y la revolución del 68. Muchas víctimas para que la justicia social y el capitalismo, la intervención de las masas en la democracia y el papel de las mujeres en la sociedad, entre otras cuestiones, sigan abiertas. Y la figura del padre es una de las más discutidas, desde que uno de los acertadamente llamados "filósofos de la sospecha", Sigmund Freud, elaborara el famoso complejo de Edipo; después, con el cuestionamiento de la autoridad, casi la peor crítica que se puede hacer a una organización es que es "paternalista". En las familias cada vez está más ausente la figura paterna, unas veces porque trabaja demasiado y otras porque simplemente no está. En los medios de comunicación se habla con satisfacción de los nuevos y diferentes "modelos" de familia. Pero el hecho de que existan distintos tipos de convivencia en la realidad social no quiere decir que todos sean "modelo". Según el Diccionario de la Real Academia modelo es "en las obras de ingenio y en las acciones morales, ejemplar que por su perfección se debe seguir e imitar". Y no todas son dignas de imitación. Pueden preguntárselo a los jueces de familia o psicólogos y, en especial, a los hijos de muchas de esas familias. Además, los que celebran la existencia de tan diferentes tipos de familia no suelen mirar con igual admiración a las familias llamadas tradicionales. Hace unos años un escritor español escribió un artículo sobre la moda de hablar de la familia tradicional. Es como si uno, decía, va a un restaurante y pide un guiso de conejo, y el camarero le responde: «Perdone el señor, ¿se refiere a un conejo tradicional? Porque también podemos ofrecerle un conejo bípedo». Al ser interrogado sobre qué es eso, el camarero contesta: «Es un conejo que además de caminar sobre dos patas, tiene plumas en lugar de pelo y corona su cabeza una graciosa cresta». «Pero usted me está describiendo a un pollo -objeta el cliente-. Y yo lo que deseo comer es conejo». A lo que el camarero indignado responde que el cliente es un fundamentalista que sólo reconoce la existencia de un tipo de conejo. Pero al fin y al cabo, la reproducción es un hecho biológico y no puede evitarse que alguien tome determinadas decisiones. El problema es que se ha ido más allá; también en algunas legislaciones se reconoce un derecho a desarrollar la maternidad y la paternidad sin ninguna consideración a los intereses del hijo. Así, las técnicas de reproducción asistida surgieron con el fin de solucionar el problema de infertilidad de las parejas heterosexuales casadas o, al menos, estables. Este límite se mantiene en la mayoría de los países. Sin embargo, en España pueden acceder a las mismas, mujeres sin pareja, parejas lesbianas (como ya conté en un artículo anterior) o mujeres viudas que quieren ser madres con el semen congelado del marido. Todo ello ha dado lugar a los llamados "huérfanos biológicos", pues en los dos primeros casos el donante de semen es anónimo (lo es en beneficio de las propias técnicas, para favorecer la existencia de donantes) y, en el segundo, se privó al hijo de la posibilidad de conocer a su padre (distinto es el caso del hijo póstumo, concebido antes de la muerte del padre y que, desde el Derecho Romano, ha recibido la misma protección que los hermanos nacidos en vida del padre). En psicología es conocida la pregunta por el origen que plantean los hijos adoptados, la necesidad de saber de dónde viene uno. Pero en la adopción se trata de que niños que carecen de padres puedan gozar de una familia. En el caso de la reproducción asistida, la orfandad biológica sólo se justifica por el interés de la madre y la de la clínica de conseguir que la primera se lleve un hijo a casa cuándo y cómo quiera. Pablo CrevillénMadrid, España
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