MADRES ¿NO HAY MÁS QUE TRES?

Se ha dicho con razón que mientras los anticonceptivos separaron el sexo de la reproducción, las técnicas de reproducción asistida han separado la reproducción del sexo. Hasta ahora, la condición de p...

| Pablo Crevillén Pablo Crevillén
Se ha dicho con razón que mientras los anticonceptivos separaron el sexo de la reproducción, las técnicas de reproducción asistida han separado la reproducción del sexo. Hasta ahora, la condición de padre, madre e hijo derivaba de un hecho biológico. Es cierto que en ocasiones el Derecho permitía que esta realidad biológica no produjera efectos, como ocurría con los llamados hijos ilegítimos. Pero, afortunadamente, un cambio de mentalidad social y el descubrimiento de las pruebas genéticas terminaron con la situación doblemente injusta de los hijos extramatrimoniales que se veían privados, por una parte, de contar con una figura paterna y, por otra, con el desvalor social de la ilegitimidad (desvalor que se extendía a la madre). Con las técnicas de reproducción asistida se ha sustituido la biología como base la filiación por el deseo individual. Aunque comenzaron como una rama de la Medicina destinada a paliar los efectos de la esterilidad, pero tiene poco que ver, incluso a su terminología que se parece más a un proceso productivo que satisface las peticiones de un cliente. Así se hablar de "técnicas", inseminación "artificial", "usuarias", en vez de pacientes... Permite todo aquello que la imaginación y la técnica pueden alcanzar, alterando las relaciones familiares de forma sustancial. Como muestra varios ejemplos: Italia tiene una Ley desde 2004 que es una de las más respetuosas con la finalidad original de estas técnicas, impidiendo su utilización para otras finalidades distintas de la de paliar la infertilidad de una pareja y evitando en la medida de lo posible la destrucción de embriones, era conocida antes de esa norma como el "Far West" de la reproducción asistida porque era posible realizar todo tipo de prácticas sin ningún límite. Así, el 7 de marzo de 1997 el diario "La República" titulaba en primera página "Un útero, dos hijos y cinco progenitores". Se trataba del caso de una madre de alquiler a la que se le habían implantado dos embriones provenientes de dos parejas distintas, a las que se entregarían los hijos una vez nacidos. A esta modalidad de maternidad de alquiler se la denominó "superincubadora". En España, que aunque cuenta con una Ley de 2006 ha sucedido a Italia en la condición de "Far West" de la reproducción asistida, dando lugar a los que se ha dado en llamar "turismo reproductivo" procedente de otros países de Europa, está admitido el matrimonio homosexual. Hasta 2007, para que una lesbiana casada con otra, fuera madre de los hijos de su cónyuge, era necesario que los adoptase. Dejando de lado el debate de la adopción por homosexuales, la solución era coherente desde el punto de vista jurídico. Una de las mujeres era madre de los niños por naturaleza y la otra por adopción. Pero, tras una reforma de la Ley, si una lesbiana casada con otra tiene un hijo mediante técnicas de reproducción asistida, utilizando semen de un donante anónimo, su cónyuge puede hacer una declaración ante el Encargado del Registro Civil para que el hijo sea también suyo. Como en Derecho español sólo se puede ser hijo por naturaleza o por adopción y aquí no hay adopción, parece que el hijo tendrá dos madres por naturaleza. Pero como esto es una ficción, se ha acudido a una modalidad no prevista en la Ley que permite la vinculación física del niño con las dos mujeres. Una de ellas dona un óvulo que se fecunda y el embrión resultante se implanta en la otra que la dará a luz. De momento para las parejas gays no hay una solución prevista, pero todo se andará.
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