¿PLAGA O ESPECIE ELEGIDA?

El pastor y economista inglés, Thomas Robert Malthus (1766-1834) marca el comienzo de una corriente de pensamiento pesimista en demografía. Su tesis era que la población aumenta en progresión geométri...

| Pablo Crevillén Pablo Crevillén
El pastor y economista inglés, Thomas Robert Malthus (1766-1834) marca el comienzo de una corriente de pensamiento pesimista en demografía. Su tesis era que la población aumenta en progresión geométrica, en tanto que los alimentos necesarios al hombre lo hacen en progresión aritmética, lo que llevaría a que los recursos disponibles no pudieran sostener a la humanidad. Sus profecías nunca se cumplieron, pero eso no evitó que a partir de entonces, fuera calando la idea de que los seres humanos éramos demasiados. Si preguntamos al hombre de la calle o consultamos los libros de texto que estudian los niños en el colegio habrá unanimidad en considerar el exceso de población como un problema. Es cierto que los datos objetivos son impresionantes. Desde que en el siglo XIV Europa quedó diezmada con la peste negra la población no ha dejado de aumentar; en el año 1800 no se llegaba a los 1000 millones de personas y ahora mismo, pasamos de los 6.700 millones. Pero ser muchos no es igual que ser demasiados: ser muchos en un concepto objetivo, mientras que ser demasiados implica que algunos sobran. Y a la reducción de la población se han dedicado varias organizaciones que tienen una financiación muy generosa de grandes empresas norteamericanas y el apoyo decidido de la ONU. Y para hacer más presentable su política la presentan como una defensa y extensión de los derechos reproductivos de las mujeres y la defensa del medio ambiente. Pero no hay que dejarse engañar. En relación con los derechos humanos, la política de control de población ha sido impuesta en algunos países coactivamente con esterilizaciones o abortos forzosos, u ofreciéndolos a cambio de contraprestaciones que era difícil que mujeres pobres rechazaran. Así ocurrió en China con la política de un solo hijo o en La India con esterilizaciones masivas; además, la limitación del número de hijos llevó como efecto colateral que en caso de tenerse una niña se abortara o se abandonara en un orfanato por ser éstas menos valoradas socialmente. Esta flagrante violación de los derechos humanos no ha merecido prácticamente ninguna condena oficial y tampoco ha merecido un tratamiento llamativo de los medios de comunicación. Y es que el fin, al menos en este caso, justifica los medios. Y en cuanto al medio ambiente, los países ricos que ya no tienen hijos no quieren verse molestados por la muchedumbre de pobres que esquilman al planeta. Pero resulta que, de media, un ciudadano americano consume 11 Kw. de energía, el doble que un japonés, tres veces más que un español y... 100 veces más que un ciudadano medio de Bangladesh, por lo que difícilmente podrá ser este último el responsable del desastre ecológico. Los hechos son tozudos. Alrededor de 1970 se preveía que en el año 2000 se alcanzarían los 7000 millones de habitantes. Según el U.S. Census Bureau a las 21:09 GMT del día 18 de octubre de 2009 somos 6.791.341.914. La tasa de fecundidad en los países desarrollados está muy por debajo de la necesaria tasa de reposición y en los países en desarrollo está disminuyendo. Pero pese a ello, la mentalidad sigue siendo favorable a la reducción de la población. En un reciente artículo, el diario El País de Madrid, poco sospechoso de connivencia con la Iglesia Católica, planteaba una reducción de la natalidad en España como consecuencia de la crisis y el menor flujo de emigrantes, lo que podría ser un problema por el envejecimiento de la población y la sostenibilidad del sistema de pensiones que en nuestro país es público. Pues bien, en la edición digital del diario El País, los lectores dejaban comentarios como estos: "Ojala sea así y reduzcamos población", "los hijos se lo llevan todo por delante: la juventud, el dinero y, a veces, hasta la relación de pareja. Hay que tener muchas ganas de hijos (o ser musulmán, ultracatólico, o algún otro tipo de fanático)", "yo también espero que la natalidad a nivel mundial siga bajando, yo contribuyo con ello desde el "primer" mundo y he decidido no tener hijos". Había otro tipo de comentarios que contradecían los anteriormente citados. Pero la mentalidad que revelan estos es la que subyace en otros temas. Cuando la existencia no tiene sentido, cuando eres producto del ciego azar de la evolución, es muy difícil sentir la dignidad de la propia vida y la de todos los miembros de nuestra especie.
Comentarios
Los comentarios de esta noticia se encuentran cerrados desde el a las hrs